El contingente de productores y técnicos argentinos, que participan del 23º Viaje de Capacitación que organizan el Inta y la empresa Coovaeco, ya recorrió Nebraska, Iowa e Illinois. Allí pudo apreciar que el estado de la soja y el maíz, en relación al promedio de los últimos años, es muy bueno en desarrollo vegetativo. No obstante, se pudo apreciar un retraso de 15 días en el llenado de grano debido a la falta de temperatura durante gran parte del ciclo. Esto indica que los próximos 20 días serán decisivos para el rendimiento.

Estados Unidos también sufre un aumento de los costos de producción. El punto de indiferencia económica del maíz está en un precio al productor de 5,5 dólares el bushel para un rendimiento promedio en Iowa que está en 113 quintales por hectárea de maíz y 37 quintales en soja. La cotización en Chicago indica márgenes más justos que durante la campaña pasada, pero con márgenes de rentabilidad positiva, si se logran los rendimientos esperados.

El grupo guiado por técnicos de Inta Manfredi visitó el Centro de Investigación en Bioenergía de la Universidad de Iowa, que desarrolla nuevas tecnología para producir energía a partir de biomasa. Trabaja, en convenio con la actividad privada, algunas líneas de investigación y otras son financiadas por el Gobierno de Iowa o Federal.

Estados Unidos está a punto de lograr en poco tiempo –por varios factores aditivos– la independencia energética y eso le posibilitará disponer y entregar energía más barata en todo el territorio para el desarrollo de la industria y los agroalimentos.

Esto se logró por el incentivo público-privado realizado en los últimos años para el desarrollo de energías renovables. Dentro de ellas se destaca el etanol de maíz, cultivo que actualmente destina en años normales 127 millones de toneladas a la producción de bioetanol. En la actualidad hay en Estados Unidos 212 plantas de etanol; en Iowa solamente, 41; en Nebraska, 25; Illinois, 14; Indiana, 14; Minesota, 22; South Dakota, 15; y en California, siete. Esta estructura nacional dio un gran impulso al precio del maíz y la soja y una gran valorización de las tierras y a todas las actividades industriales y agroalimentarias que de ella se derivan, como la producción de carne y leche alrededor de las plantas de etanol.

El maíz con eventos biotecnológicos ya ocupa en Estados Unidos el 88 por ciento del área. El 52 por ciento es con genes apilados; 15, BT para insectos de la caña y de mazorca; 21, resistente a herbicida; y 12, no biotecnológico. En total, casi 39 millones de hectáreas.
El cultivo de maíz en Estados Unidos es emblemático y todos los días los habitantes se alimentan de él. Se calcula que, en promedio, un farmer en los años 1960 producía alimentos para alimentar a 26 personas y hoy en promedio cada productor produce para alimentar a 155 personas todo el año. Aportan el 32 por ciento del maíz del mundo; casi 10 veces más que Argentina que es el sexto productor mundial.

Estados Unidos sólo exporta como grano 8,4 por ciento. El 39,5 por ciento lo dedica a la alimentación animal con grano (proteína animal); el 9,2 por ciento de la proteína animal con DDGS (derivado de la producción de etanol); 30,5 por ciento a etanol; 4,3 por ciento a fructuosa. Y el resto a otros usos industriales y alimentarios.

De la proteína animal, el principal demandante es el feedlot , luego le sigue la producción de pollo (carne y huevo), cerdo y la producción de leche bovina.
Todos estos usos industriales, alimentarios y bioenergéticos del maíz otorgan trabajo y desarrollo del territorio estadounidense. El DDGS, por ejemplo, reemplazó en la ración animal al grano de maíz en 23,6 millones de toneladas. La soja es, por lejos, el segundo cultivo en importancia en Estados Unidos; es aportante de proteína de calidad y también de aceites comestibles y biodiésel.
La matriz estadounidense es un modelo a seguir en desarrollo tecnológico agropecuario y agroalimentario. Invierte mucho dinero en investigación básica y está hoy buscando nuevos métodos para mejorar la eficiencia del maíz en su rendimiento bioenergético.

Ahora está buscando extraer, no sólo del grano, sino también del marlo, la chala y de la tercera parte del tallo de arriba etanol de segunda generación. Una cosechadora trabaja acoplada a una enfardadora prismática que entrega fardos de 800 kilos que luego proven 130 litros de etanol, con un rendimiento de 16 por ciento.

Ahora, de un maíz de 100 quintales se extraerá del grano más o menos cuatro mil litros de etanol, 3.000 kilos de DDGS y unas dos toneladas de residuos (marlo, chala y parte del tallo) que aportarán 320 litros de etanol más por hectárea.
Este aprovechamiento mejora el rendimiento energético del maíz y los investigadores aseguran que no afecta la sustentabilidad del sistema.



Fuente: La Voz del Interior