La Selección no logro ganar su partido ante Perú, hasta aquí queda fuera de la clasificación y está complicado de cara al último encuentro ante Ecuador a jugarse el martes en Quito aunque depende de Argentina
No nos salvó Messi, no nos salvó Benedetto, ni la Bombonera. No nos salvó nadie. Ni el buen partido de Mascherano, ni las buenas intenciones ni los momentos de conexión entre algunos. La falta de ritmo, la falta de sorpresa, la falta de instinto asesino a la hora de pisar el área. La catarata de errores de estas Eliminatorias se paga con este sufrimiento.
La presión del inicio era casi inevitable, por inercia nomás, Argentina intentaría llevárselo por delante a un Perú sólido, fuerte y que no lo superó el marco de la Bombonera. Di María bien abierto por derecha parecía ser una opción interesante para romper esa doble línea de cuatro con la que retrocedía el equipo de Gareca. Y salieron de los pies del Flaco un par de centros interesantes. Y si es el adjetivo es interesante es porque no fueron buenos. Y en una jugada preparada desde un córner no llegó el gol que debía llegar, ese que abriera rápido el camino, esos que provocan huecos. El zurdazo de Messi tenía olor a gol pero se desvió y fue la primera señal de que hacer un gol seguiria siendo un dolor de cabeza para esta Selección en las Eliminatorias, con Martino, con Bauza y con Sampaoli.
FECHA 18 (martes 10 de octubre)
Ecuador-Argentina
Brasil-Chile
Paraguay-Venezuela
Perú-Colombia
Uruguay-Bolivia
A la falta de cambio de ritmo y sorpresa se le sumó la potencia de Farfán para aguantar y la molestia constante que es marcar a Paolo Guerrero. Incluso en una desatención pidiendo un offside equivocadamente, llegó el centro bajo que Farfán no transformó en gol de pura casualidad.
Messi paseaba con una imprecisión que dolía creer y aceptar hasta que al final de primer tiempo se activó. Armó su mejor jugada del partido para terminar con un zurdazo de esos que siempre termina en la red… Bueno, no siempre. Al rato, le metió un asistencia por arriba deliciosa a Benedetto que cabeceó apenas desviado. Y ahí volvió a aparecer una señal de ilusión.
El minuto del arranque del segundo tiempo fue otra señal de que que había que hacer dos veces un gol para que realmente fuera un gol. Porque entre Benedetto, el derechazo rebotero de Messi que dio en el palo se juntó con un derechazo desde afuera de Biglia que el arquero voló no se entiende cómo. Crónica de un gol que no iba a hacer anunciada… Y el desborde de Acuña que no fue centro, la apilada de Messi dejando atrás hasta Teófilo Cubillas para que Rigoni no rompiera el arco con prepotencia. Los mil enganches de Leo que suelen ser remates de gol rebotando por todas las piernas peruanos. Gago entró y salió mientras todavía lo ovacionaban con otra símbolo de que las cosas cuando vienen torcidas, vienen torcidas.
No habrá otra que aferrarse con brazos, manos, corazón y lo que tengamos por ahí a la hazaña en Quito. Porque toda esa sal en el partido, nos dio un guiño fuera de la cancha con resultados que nos permiten seguir dependiendo de nosotros mismos. Aunque ya no sabemos si eso es bueno.