El neurocientífico Nenad Sestan anunció cómo él y su equipo en la Universidad de Yale utilizaron un sistema de calentadores, bombas y sangre artificial para restablecer el funcionamiento parcial de los cerebros de más de 100 cerdos decapitados. Un hito en la investigación neurocientífica que plantea no pocos dilemas éticos.
Cerdos decapitados
El sistema empleado, conocido como BrainEx, no acaba de restaurar la conciencia de los cerebros, pero este avance podría marcar el comienzo de una nueva etapa en la tecnología de extensión de la vida. El equipo de científicos está buscando financiación para seguir investigando medidas para mantener los cerebros vivos por tiempo indefinido y hacer intentos para restaurar la conciencia.
Así pues, un electroencefalograma (EEG) en los cerebros de los cerdos mostró ondas planas, lo que sugiere que los cerdos fueron reanimados al estado comatoso en lugar de algo parecido a la conciencia. Con todo, miles de millones de células cerebrales individuales parecían normales y saludables.
Estas posibilidades podrían llevar a prácticas de investigación cuestionables en el futuro. El 25 de abril, Sestan y 16 colegas publicaron un artículo en Nature en el que plantean algunas inquietudes y preguntas éticas: ¿Qué protecciones se deben otorgar a los organoides cerebrales? (Tejido cerebral producido a partir de células madre en un laboratorio)? ¿Cómo deberían los científicos disponer de organoides cerebrales al final de los experimentos?
Ahora que estamos abriendo senda hacia límites nunca antes sospechados es hora de que empecemos a tratar de responder a éstas y otras preguntas.