La situación en el noroeste de Siria, especialmente en la región de Idlib, en la frontera con Turquía, se ha deteriorado y la población corre el riesgo de una "crisis humanitaria de amplitud incomparable".
Así lo afirmó hoy frente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el responsable para la coordinación de los asuntos humanitarios, John Ging, tras los últimos bombardeos que afectaron las ciudades de Idlib, Aleppo, Hama y Lattaquie y provocaron muertes y daños en edificios, escuelas y hospitales. Ging detalló cómo las organizaciones humanitarias en el territorio intentan hacer frente a las necesidades de la población a través de las ayudas transfronterizas.
En julio pasado, fueron 680.000 las personas que recibieron alimentos procedentes de Turquía y 254.000 las que tuvieron acceso a atención médica. En el sudoeste del país, en cambio, el problema es el masivo retorno de los refugiados, después que el gobierno sirio retomó el control de gran parte de las provincias de Deraa, Quneitra y As-Sweida. Aquí la ONU se comprometió a colaborar con la Cruz Roja y otras organizaciones locales para hacer llegar ayudas alimenticias a más de 390.000 habitantes.
"Las organizaciones humanitarias están haciendo lo posible para prepararse ante un eventual deterioro de la situación, pero en el caso de Idlib sus capacidades corren el riesgo de ser insuficientes y esto puede crear una crisis realmente grave", subrayó Ging.
La situación permanece compleja también en otras zonas del país, como la frontera entre Siria y Jordania, donde 450.000 personas fueron recibidas en un pequeño campo para refugiados incapaz de contener en condiciones aceptables a esta cantidad. En estos días, un enviado de la ONU se encuentra en Damasco para ayudar al gobierno sirio a optimizar las ayudas.