Tres estudios destacan la forma en que las relaciones de pareja construyen su imagen en las redes.
Es sólo una percepción. Pero muy fuerte y extendida entre usuarios de redes sociales. Si hay más de cuatro meses de contenido publicado sin la pareja, es probable que la persona en cuestión se haya separado o esté atravesando una crisis. Así lo percibió Juan Sapia en su relato de la sección Mundos Íntimos, publicado en Clarín. "No estaba del todo equivocado", aclara. Por esa única percepción, salió cuatro meses con una mujer que tenía una "pareja abierta" con su novio.
A él lo había visto en el timeline de ella cinco meses atrás, pero en un momento comenzó a notar que estaba invisibilizado: "Se separaron", pensó.
Un estudio de la Sociedad para la Personalidad y la Psicología Social dio la vuelta al mundo por su título tan actual: "¿Podés decir que estoy en una relación? Visibilidad de apego y pareja en Facebook (y otras redes)". Afirma que el estado de "apego"- no habla de amor- subyace en todo lo que publicamos en las redes sociales. Más llano: que mostramos si estamos o no en pareja, o si estamos en crisis, cada vez que posteamos un contenido.
Tras reclutar a 108 parejas universitarias de Estados Unidos para llevar un diario sobre su relación online durante dos semanas, los hallazgos le dieron "me gusta" a esta hipótesis.
"Los individuos con tendencias a compromisos laxos y poco duraderos mostraron un bajo deseo de visibilidad de su relación, mientras que los ansiosos y más posesivos mostraron y demandaron una alta visibilidad". Pero además confirmaron que varias parejas confesaron haber tenido peleas fuertes porque el otro o no subía fotos juntos o se cansaba de "tener" que hacerlo.
El psicólogo Gabriel Cartañá, que participa del programa de parejas "Ojos que no ven" por El Trece, escucha estas historias de Instagram desde el diván. Tanto, que puede delimitar los "pecados" en los que caen las parejas que se excitan más por subir fotos de ellos que por tener sexo.
"El conflicto inicial se da por que uno se niega subir fotos y el otro espera que suban. Pero el que quiere que suban no quiere pedirlo. Desea que el otro lo haga espontáneamente. Y... por no pedirlo... el otro no lo hace", resume Cartañá. La pelea que puede durar horas, o días, o convertirse en el final de temporada para esa pareja, aclara el experto.
"¿Por qué no subís nunca una historia conmigo?"; "Si veo que alguien no sube fotos de la novia pienso que está soltero". Cuando aparecen frases como esas, si el tironeo por la publicación de novios "no se sostiene con una relación fuerte", llega la separación. Con causa justa, al menos, para uno de los dos. No por la foto -que no es más que eso-, no por el "me gusta" -que en general más que una provocación de celos es un malentendido-, es por la percepción con la que arrancó esta nota.
Un segundo informe, realizado por Emily L. Dix y Lydia F. Emery, sostiene ese "pecado". Afirma que "cuando algunos usuarios se sienten inseguros sobre los sentimientos de su pareja, y no quieren perderla, tienden a hacer más visibles sus relaciones". A mostrarse más.
Todos conocemos a esa pareja que nos bombardea con fotos de sus vacaciones y mensajes de "Feliz cumple mes", o fotos de besos increíbles con el hashtag #couplegoals ("goles" en pareja). Sin embargo, un tercer informe sugiere que puede ser todo lo contrario.
Esto es así por la hipótesis inicial de que nuestros hábitos de posteo están directamente relacionados con lo que los científicos sociales denominan "visibilidad de las relaciones": la medida en que hacemos que nuestras relaciones formen parte de nuestra personalidad online.
Ahí hay otro pecado de los novios que publican todo. Un arquitecto, de 34 años, de Palermo, lo vivió y no quiere dar ni sus iniciales porque su ex "se daba cuenta de todo". Eso es por los "me gusta" que daba a amigas y después se veía obligado a sacar. Pero no es todo. "Yo podía estar disfrutando un trago, con besos, todo. Pero ella tenía que hacer la historia para Instagram. Sí o sí. Insoportable que te lo hagan todo el tiempo", detalla. La relación, claro está, no terminó por eso. "Pero creo que ayudó bastante a querer cortar", narra.
Según las investigadoras, "el impulso de documentar todo puede ser aún más fuerte si el otro es distante". ¿Histeria? No. Instagram. Pero también señalan que detrás de aquel que elige publicarse todo el tiempo en pareja, hay una personalidad que busca la atención positiva de los "me gusta" para suplir la falta de seguridad que le da su relación.
Esto último da de lleno en la última tendencia de los tortolitos online: crear una cuenta de la pareja. O de las familias.
"Lo mejor es la practicidad. Nosotros somos compañeros de vida, de viaje, de trabajo. Casi estamos las 24 horas del día juntos. Entonces, compartir la cuenta de Instagram se nos hace muy fácil: en general tenemos un estilo similar tanto para la elección de la foto como para la redacción del epígrafe. Claro que cada uno le imprime su particularidad al momento de publicar", detalla Camila Fuster, una licenciada en Comunicadora Social que junto a su novio, que conoció en la facultad, hace tres años decidió comenzar una vida itinerante. Administran la cuenta @trayectoriasenviaje y no usan sus cuentas personales en Instagram.
Para bien o para mal, la verdad que surge de todo esto es que las redes sociales por sí solas no pueden arruinar una relación. Pero sí marcar su pulso interno.