Quiere que se alcance el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global en 1,5°C, algo que sólo será posible tomando medidas drásticas. La situación de la Argentina.
Destacados científicos internacionales alertaron este lunes sobre las graves consecuencias del cambio climático que ya se están produciendo en el mundo y señalaron que es posible limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados, pero sólo "con cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes".
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) publicó un informe especial sobre las consecuencias que tendría no cumplir con la meta de un aumento máximo de 1,5 grados, cuando quedan dos meses para la próxima Conferencia sobre el Clima de la ONU.
"Limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius exigirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad", indicó el IPCC al término de una conferencia de varios días en la ciudad surcoreana de Incheon.
Los cambios deben producirse en los sectores energético, industrial, de vivienda, transporte, en las ciudades y en el campo. Los observadores calificaron el informe como una alerta dirigida a los gobernantes sobre la necesidad de actuar.
"Una de las principales observaciones del informe es que ya se ven los efectos de un aumento de un grado en la temperatura, por ejemplo en la meteorología extrema, el aumento del nivel del mar y el deshielo en el Ártico", afirmó el copresidente de un grupo de trabajo del IPCC, Panmao Zhai.
Para visualizar la problemática en Argentina basta linkear eventos que, a primeras, podrían parecer inconexos. Así lo explicó, en diálogo con Clarín, Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre: "Una de las cuestiones que más estamos viendo del cambio climático está vinculada a las actividades principales de nuestro país, que son la agrícola y la ganadera".
"En los últimos tres o cuatro años vimos eventos extremos de sequías e inundaciones. Este año tuvimos una sequía récord y el año pasado, inundaciones que dejaron mas de 4,5 millones de hectáreas de territorio agrícola bajo agua. Esto obviamente tiene que ver con manifestaciones del cima que pueden ligarse al cambio climático", aseguró Jaramillo.
Si bien admitió que "los eventos extremos forman parte de la dinámica natural del clima", aclaró que "esta intensidad demuestra que hay una aceleración producida por la actividad humana, lo que nos lleva a pensar en los efectos en términos sociales y económicos. El cambio climático nos puede ayudar a producir o, al revés, quitarnos la posibilidad de hacerlo: así nos quita trabajo o recaudaciones impositivas para planes sociales y de desarrollo, y eso también nos lleva a una complicación ambiental, porque estas alteraciones dejan sin hábitat a muchas especies amenazadas o en peligro. Y cuando hay una disminución de ingresos, aumenta la demanda de recursos naturales para satisfacer estas necesidades: puede haber más caza furtiva, desmontes ilegales, extracción furtiva de recursos madereros y no madereros, como un efecto dominó que empieza con el clima y termina con el cima, pero pasa por la Economía y lo social".
En el informe de la ONU también se estimaron las consecuencias de un aumento de hasta dos grados en la temperatura media del globo (por encima de los niveles previos a la Revolución Industrial), que sería el peor escenario posible, según plantearon los países que adhirieron, en 2015, al Acuerdo de París sobre cambio climático.
La meta es difícil: destacan que las emisiones de dióxido de carbono producidas por el ser humano deben reducirse en un 45 por ciento desde los niveles de 2010 hasta 2030 para poder limitar el aumento de la temperatura. Es necesario que los niveles de CO2 alcancen un "nivel neto cero" hasta 2050, explica el informe.
Ninguno de los efectos de que la temperatura media global suba dos grados parece bueno: si eso pasa, el nivel global del mar será, a finales de este siglo, diez centímetros mayor respecto de si sube 1,5 grados. "Limitar el aumento a un grado y medio significaría que diez millones de personas menos se verían expuestas a los riesgos de la salinización de los suelos de cultivo o las inundaciones por tormentas en las zonas costeras", señaló Wolfgang Cramer, coautor del informe. "El delta del Nilo y de otros ríos ya sufren pérdida de terreno cultivable por la entrada de agua de mar", agregó.
Quedarse en 1,5 grados implicará que los arrecifes de coral se reduzcan entre un 70 y un 90 por ciento, frente a su total desaparición, con la suba de dos grados. O que haya un verano sin hielo en el océano Ártico una vez cada 100 años frente a "al menos uno cada década", con dos grados más, señaló el experto, y agregó que también se capturarían muchos menos peces en el mar.
En la misma dirección opinó Hans-Otto Poertner, del IPCC: "Cada pequeño aumento de la temperatura influye... los cambios podrían ser duraderos o irreversibles".
Todos estos escenarios negativos podrían ser peores, detalló el informe de la ONU: si no se producen más esfuerzos, subrayaron, el mundo se encamina a un aumento de las temperaturas de tres o cuatro grados respecto a los valores preindustriales.
"Este informe especial envía una clara señal al sector político: hay que actuar ahora, ya casi es tarde", evaluó Niklas Höhne, de la Universidad de Wageningen, Holanda. "Muchos políticos no tienen claro a qué se comprometieron cuando firmaron en 2015 en París la meta de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados", advirtió.
¿Y los políticos argentinos? Desde Vida Silvestre, Jaramillo opinó que "hay que reconocer que en el último tiempo hubo un fuerte cambio de discurso que se tradujo en la creación de la Comisión Interministerial de Cambio Climático. Esto significa que la Argentina entiende que es una cuestión de un sector sino un tema de Estado. Cuando la agenda climática permea los distintos sectores es cuando se empiezan a conseguir cambios".
Sin embargo, añadió: "Falta que todo se lleve a la práctica. Tiene que haber implementación, monitoreo y evaluación de las metas de París, a las que la Argentina adhirió. Esto también significa reducir la cantidad de incentivos perversos que promueven o premian el uso no sustentado de nuestros recursos… la discusión en este sentido es Vaca Muerta, cuyas promesas de extraer gas por 150 o 200 años son contrarias a los compromisos de París y a lo que el mundo está diciendo que quiere. Además, corremos el riesgo de haber destinado mucho dinero para invertir en un recurso que después nadie quiera".
Cabe recordar que Estados Unidos, uno de los países que más CO2 emiten, se retiró del Acuerdo de París en 2017, poniendo en duda su eficacia. Por eso las organizaciones ecologistas presionan a la Unión Europea (UE) para que sea más ambiciosa en sus objetivos.
"Este informe es el equivalente científico a una patada en el trasero. Expone claramente lo inadecuada que es la acción de Europa frente al cambio climático", aseguró Tara Connelly, de Greenpeace.
"Todos los ojos están sobre los ministros de Medio Ambiente de la UE, que deben actuar ante las advertencias del IPCC y comprometerse a subir significativamente el objetivo de la UE para 2030 más allá del 45 por ciento [de reducción de CO2]", deslizó Wendel Trio, de Climate Action Network (CAN).
"La ciencia nos da un doble mensaje de emergencia y esperanza", dijo Trio. "Ha dejado claro como el cristal que un calentamiento superior a 1,5 grados derivará en fenómenos climáticos extremos incluso más salvajes. Y que este aumento nos expondrá a una mayor sequía, escasez de alimentos y devastación económica". Para su informe especial, el IPCC analizó más de 6.000 estudios. El resumen ejecutivo se coordinó la semana pasada con representantes de 195 países para darle peso político. Los datos servirán de base para la conferencia mundial sobre clima de diciembre en Katowice, Polonia.