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10/10/2018 07:44 hs

Siete mitos sobre la Luna que son totalmente falsos pero no desaparecen

- 10/10/2018 07:44 hs
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la Luna ha fascinado a la humanidad, y por eso en torno a ella han brotado y perdurado todo tipo de mitos, muchos de los cuales aun se pueden escuchar hoy

Algunos se refieren al efecto del satélite sobre el ser humano o la naturaleza, otros a las características de la propia Luna. Algunos incluso dudan de una de las grandes hazañas lograda durante la carrera espacial. Allá vamos a desmontarlos. Agárrense que salimos. Destino final: la Luna.

1. La Luna no es blanca, ni redonda, ni tiene un lado oscuro
Pink Floyd cantó al Dark side of the moon, reforzando la idea que muchos tienen de que siempre hay un lado del satélite que permanece oscuro. Además, por cómo la vemos desde la Tierra, es fácil creer que la Luna es blanca y redonda como una farola, como un queso, como un balón, como cualquier otra cosa con la que alguna vez haya sido comparada. Nada de eso.
Para empezar, todos los lados de la Luna pasan el mismo tiempo iluminados (lo que se llama el día lunar), ya que la Luna gira en su eje respecto al Sol igual que lo hace la Tierra, aunque desde aquí siempre veamos, más o menos, la misma mitad (de hecho, alcanzamos a ver hasta un 59% de ella) y por eso nos dé por pensar que el otro lado siempre está oscuro.
La Luna tampoco es redonda aunque así lo parezca a nuestra vista. Para ser una esfera, todos los puntos de su superficie deberían estar a la misma distancia de su centro, y no es así. No solo está un poco achatada por los polos, igual que la Tierra, sino que además el lado que vemos desde aquí es ligeramente más grande el el otro, de forma que tiene cierta forma de huevo.
Y ya puestos, la Luna no es blanca, ni brillante. Es más bien grisacea y no emite luz propia. Cuando la vemos iluminada por la luz del Sol, parece ambas cosas por una combinación de la luz del propio Sol, así como por la oscuridad del cielo que la rodea.

2. La Luna no hace aullar a los lobos (aunque sí afecta a los animales)
Que los lobos aúllan a la Luna llena es uno de los mitos más comunes, que ha dado lugar a leyendas sobrenaturales como la de los hombres lobo que se transforman en las noches de Luna llena.
La realidad es que no hay evidencias de que la luna llena en sí misma cause ningún efecto especial sobre los animales. Algunos de sus efectos, en cambio, sí que lo hacen. Por ejemplo, algunos peces, aves y reptiles ponen sus huevos o sincronizan sus migraciones con las mareas, partiendo o llegando en el momento de la luna llena, cuando las mareas están más altas.
En otros casos, es su luz la que afecta a los animales: las noches de luna llena muchos animales diurnos salen a cazar como si fuera de día mientras que otros que salen por la noche se quedan en sus guaridas para evitar el exceso de luz. Un caso curioso es el del escarabajo pelotero africano, que se apaña mejor con la luz lunar que con la solar, y bajo ella hace rodar sus bolas de estiércol en líneas más rectas.

3. La Luna no está hueca
Es una idea recurrente en la ciencia ficción que algunos, por diversión o en serio, se plantean como real: que la Luna en realidad es hueca por dentro, o al menos que acoge un espacio considerable. Según algunos, es a causa del proceso en que se formó, según otros, fue vaciada para construir allí dentro diversas cosas, principalmente una base alienígena.
La comunidad científica desde luego no cree que sea así: todo apunta a que la Luna tiene una estructura similar a la de la Tierra, con una fina corteza, un extenso manto y un núcleo interior más denso que el resto de las capas.
Esto se ha inferido de las observaciones sobre su movimiento e inercia, sobre la gravedad en su superficie y por la observación de su actividad sísmica, especialmente las evidencias que ha dejado dicha actividad en el pasado.

4. Las mujeres no se ponen de parto con la Luna llena
Otro falso mito es el de que las mujeres que están llegando al término de su embarazo tienen más probabilidades de ponerse de parto las noches de Luna llena.
Varios estudios han descartado esta supuesta influencia y la explicación más habitual de este mito se encuentra en la tendencia de nuestro cerebro a encontrar relaciones y patrones entre eventos extraordinarios como una forma de entender mejor el mundo: si una noche de Luna llena se producen muchos partos en un hospital, es probable que alguien recuerde algos hechos juntos como una forma de explicarlos, mientras que si otra noche se repite el alto número de nacimientos pero no hay Luna llena, nadie establecerá una relación entre ambos hechos.
De hecho, la Luna y la fertilidad llevan siglos relacionadas en la cultura popular, probablemente porque el ciclo reproductivo de las mujeres dura de media 28 días, igual que los ciclos lunares. Esta es hasta el momento la única relación basada en evidencias que tienen ambas cosas.

5. La Luna no nos vuelve locos
El término lunático no es casual. Existe la creencia más o menos difusa de que la Luna llena causa o empeora problemas y enfermedades mentales. Que nos vuelve locos, vaya.
Esto es difícil de medir, pero por si sirve de indicativo, no hay evidencias de que las noches de Luna llena aumenten los ingresos hospitalarios por trastornos psiquiátricos ni tampoco que haya más crímenes, asesinatos o suicidios.

6. La Luna no afecta a la agricultura
Todavía circula la antigua creencia de que cultivar en fase de luna llena ayuda a que las plantas crezcan mejor y más rápido y por tanto den mayores cosechas. Hay dos mecanismos que explicarían esta idea.
Por un lado, que igual que la Luna afecta a los océanos creando las mareas, que tuviese un efecto similar atrayendo el agua y la humedad del suelo y llevándolas hacia las semillas y raíces de las plantas. Por otro, que las horas extra de luz que aporta la luna llena se sumen a las de luz del Sol y favorezcan un crecimiento más rápido.
No es fácil comprobar científicamente estas teorías ya que habría que plantar las mismas semillas varios años seguidos para descartar que en los resultados influyan las variaciones meteorológicas, de horas de luz, de posibles plagas y de riqueza en nutrientes del suelo. Sin embargo, la postura mayoritaria es que esa influencia es en realidad inexistente y el mayor éxito que tienen los agricultores que siguen las fases lunares se debe a una dedicación cuidadosa y una asociación de eventos que en realidad no están relacionados.

7. ¡Y claro que el hombre pisó la Luna!
Este es uno de los más llamativos porque es al contrario que los anteriores: en vez de creer algo que no es, los que lo defienden no creen algo que sí fue: la llegada del hombre a la Luna. Aseguran que se trató de un montaje propagandístico y que las pruebas están en muchas de las imágenes y vídeos del supuesto momento en que los tripulantes de la misión Apolo pisaron la Luna.
Una de las pruebas, aseguran, es el modo en que ondean las banderas americanas en esos vídeos. Si en la Luna no hay corrientes de aire, ¿qué las mueve? La explicación está precisamente en la falta de aire y por tanto de rozamiento: el movimiento que les dieron los astronautas en el momento de colocarlas se prolongó durante mucho más tiempo de lo que lo haría aquí en la Tierra porque no había rozamiento.

Otra serían las sombras de los astronautas, que en las fotos no aparecen paralelas o se ven astronautas iluminados en su interior. La respuesta aquí está en la incidencia de la luz del sol sobre la superficie lunar, y cómo está la refleja de forma diferente a como lo hace la Tierra. También hay que tener en cuenta que la ausencia de aire en la superficie de la Luna hace que objetos lejanos parezcan más cercanos, y eso distorsiona un poco la posición que creemos percibir en todos los objetos presentes en esas fotos.

Este mito es especialmente resistente al desaliento, y corren foros de tinta sobre cómo cada detalle de cada foto es una prueba de que los astronautas de la misión nunca estuvieron allí. Resulta tan exasperante que en 2002, el astronauta Buzz Aldrin, el segundo hombre que puso un pie en la Luna, le dio un puñetazo a un conocido negacionista que le acusaba (y acosaba) de estar mintiendo sobre su hazaña.

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