Según las autoridades, 16 de las víctimas fueron decapitadas.
Un enfrentamiento entre bandas delictivas rivales dentro de una hacinada cárcel del norte de Brasil provocó la muerte de al menos 52 detenidos, entre ellos 16 asesinados por decapitación, informó la Superintendencia del Sistema Penitenciario (Susipe) del estado de Pará, en la Amazonia brasileña.
Videos con imágenes de internos pateando cabezas cercenadas de otros presos como si fueran pelotas de fútbol fueron obtenidos por la TV local Record. Para las decapitaciones fueron usadas armas artesanales, facas y machetes.
La pelea comenzó cuando detenidos en el Centro de Recuperación Regional de Altamira tomaron dos guardias como rehenes e invadieron un pabellón. La cárcel, la mayor del sudeste de Pará, con capacidad para 208 detenidos, albergaba 372 internos.
Se trata de la segunda masacre ocurrida en una cárcel brasileña en lo que va del año. En mayo, 55 personas detenidas fueron muertas en distintas prisiones del estado de Amazonas, también por enfrentamientos y brutales ajustes de cuentas entre presos. Algunas víctimas fueron asesinadas asfixiadas y otras murieron perforadas con cepillos de dientes.
La cárcel de la localidad de Altamira se encontraba organizada de tal modo que en su interior se alojaban juntos, en un pabellón, los miembros de una organización delictiva, mientras que miembros de una facción rival estaban, también juntos, en el segundo pabellón.
De acuerdo al relato de la autoridad penitenciaria, internos invadieron el área de detención de presos del grupo rival, prendieron fuego y provocaron la muerte de varios detenidos por asfixia. El descontrol se prolongó por cinco horas.
“Tenemos 52 muertos, entre ellos 16 decapitados. Estamos trabajando para la remoción de cuerpos”, dijo Jarbas Vasconcelos Carmo, secretario de la Susipe. "La cárcel es antigua y aloja dos bandas delictivas (Comando Rojo y Comando Clase A). No teníamos informes de nuestra inteligencia indicando un posible ataque de esta magnitud”, agregó.
El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sergio Moro, mantuvo este lunes contactos con el gobernador de Pará, Helder Barbalho, por tratar la situación y acordaron una acción conjunta para evitar rebeliones en otras cárceles de la región.
Pero el consultor en seguridad pública José Vicente dijo que las soluciones llegan tarde. “El gobierno debe contener la violencia. Ahora, después de otras 52 muertes de personas bajo custodia del Estado, todo llega demoradamente. La política penitenciaria es una ficción. Hay una responsabilidad pública que debe ser encarada y se debe construir una política pública decente. La seguridad pública requiere un plan”, dijo José Vicente, un consultor y experto en seguridad.
Brasil tiene una población carcelaria de unas 754.000 personas con un sistema preparado para albergar 415.960 presos. El número de detenidos aumentó de forma exponencial desde el 2006. Según datos oficiales, en diez años hasta el 2016, la población carcelaria aumentó un 180%, pero alrededor de 40% de los detenidos no tiene condena.
Además, menos de un quinto de los detenidos estudia y sólo uno de cada ocho trabaja. Muchas unidades penales son consideradas, además, verdaderas bombas epidemiológicas, con tuberculosis y enfermedades de transmisión sexual en altos niveles.
En Pará, con 14.244 detenidos según datos de 2016, la situación no es mejor. Hay 1,7 presos por vacante penitenciaria, y un 47% de los detenidos no tiene condena. Cinco bandas delictivas controlan los penales del estado: el Primer Comando de la Capital (PCC), el Comando Rojo (CV), Unión del Norte, Comando Clase A y Bonde dos 30. En el penal de Altamira el sangriento enfrentamiento fue protagonizado por miembros del Comando Rojo y el Comando Clase A.
Autoridades, investigadores y expertos en temas de seguridad pública afirman que las prisiones brasileñas son ampliamente controladas por organizaciones delictivas que actúan, ramificadas, en todo el país. Esas bandas cometen habitualmente dentro de las cárceles homicidios con decapitaciones y otras torturas. Las prisiones suelen ser sus grandes centros de acción y reclutamiento.