Parecía ser un viaje más para Chase Dekker, fotógrafo de vida silvestre y biólogo marino. Junto a un grupo de observadores, seguía el movimiento de tres ballenas jorobadas y un par de centenares de lobos marinos. Hasta que de repente vio una situación que no es habitual entre estos dos animales.
Una de esas ballenas se elevó por encima del agua con la boca abierta y en el camino se llevó a uno de los lobos marinos. Ese instante quedó retratado por la cámara de Chase. "Fue un evento único en la vida", dijo a Radio 1 Newsbeat.
"Estuvimos viéndolos alimentarse durante mucho tiempo y luego, finalmente, el evento ocurrió, y todavía no puedo creerlo", dice.
Los animales se alimentaban en ese momento de un banco de anchoas en la superficie del agua cuando la ballena terminó con algo un poco más grande en la boca de lo que probablemente esperaba. Fue el 22 de julio en la Bahía de Monterrey, en California, Estados Unidos.
"Tuve una fracción de segundo mientras la ballena se acercaba para comprender que el lobo marino estaba encima de la ballena antes de disparar el resto de la secuencia", contó el fotógrafo.
Y el propio Chase se encargó de contar cómo siguió la historia.
"La ballena nunca cerró sus mandíbulas alrededor del lobo marino, así que no debería haberlo dañado. Debe haber quedado muy asustado, estoy seguro, pero no herido", aseguró. Ocurre que las ballenas jorobadas no tienen dientes, sólo barbas con cerdas dentro de sus bocas, que utilizan de filtro para el agua y para otras cosas que no son alimento como los leones marinos.
Una ballena suele tardar menos de cinco segundos en alimentarse, dice Chase, pero en este caso se hundió lentamente durante 15 segundos con la boca abierta, dándole al lobo marino suficiente tiempo para alejarse nadando.
Chase dice que los depredadores en el mar -como ballenas, lobos marinos, delfines y tiburones- evolucionaron para cazar juntos en el mismo banco de peces. Así que él cree que terminar dentro de la boca de una ballena es una experiencia rara para cualquier cazador submarino. Sólo son los peces pequeños los que deben preocuparse.
Foto portada: Chase Dekke