Inversores ven un nuevo negocio para intentar remover la mediatización de los contenidos con plataformas que son menos algorítmicas, como newsletters o podcasts. ClubHouse, la app de audios que es tendencia en Silicon Valley, y la influencer que quiere llegar a la Bolsa
Diez años atrás, ¿quién hubiera pensando que las redes sociales iban a convertir a sus usuarios en estrellas o influencers? Hoy, Instagram, TikTok y YouTube lideran en el campo de la influencia digital. Según un estudio de Influencity, plataforma de marketing especializada en redes sociales (con datos de junio de 2020), en América Latina, Brasil es el país con más influencers en Instagram (más de 9 millones).
En segundo lugar se encuentra la Argentina (más de 1 millón) y en tercer lugar, México (más de 440.000). Lo siguen Colombia (más de 400.000), Chile (más de 386.000), Ecuador (más de 112.000) y Perú (más de 104.000).
Según el sondeo, Brasil no solo concentra a más del 76% de los influencers de la región, sino que también cuenta con el mayor porcentaje de influencers sobre el total de la población. Más del 4% de los brasileños fueron identificados como influencers por el software de Influencity.
“Hay una nueva ola de creadores, desde la masividad de TikTok por ejemplo, o en Twitch, OnlyFans, o lo que pasa con Patreon en Estados Unidos. El negocio de la influencia excede a los influencers. Estos creadores de contenido tienen audiencias cautivas, y algunos se ven reflejados en acciones en Fortnite o con marcas muy grandes que generan por ejemplo, una ruptura de stock por hacer una acción con un influencer”, señala a Infobae Juan Marenco, director general de la agencia Be Influencers.
Explica también que los influencers dependen de terceros para crear su contenido, por lo cual existe cierta dependencia sobre las plataformas sociales. Sin embargo, varios inversores y usuarios están viendo el negocio de intentar remover la mediatización con plataformas que son menos algorítmicas, como newsletters o podcasts. En este sentido, están a la búsqueda de audiencias cautivas e influenciables.
Nuevas inversiones: Clubhouse
Desarrollada como un “Programa piloto para creadores”, la app ClubHouse fue lanzada en mayo de 2020, con un modelo exclusivo de invitación. Tiene 600.000 usuarios registrados, está disponible solo en la App Store y es una de las nuevas apuestas de Silicon Valley.
A diferencia de las redes sociales que conocemos, no permite compartir imágenes, ni fotos ni videos. Por el contrario, invita a las personas unirse a salas de chat de audio emergentes. En mayo, Clubhouse fue valuada en casi USD 100 millones luego de una ronda de inversión liderada por Andreessen Horowitz (compañía de capital de riesgo de Estados Unidas, con sede en Menlo Park, California, fundada por Marc Andreessen y Ben Horowitz).
En los últimos meses de la pandemia, su base de usuarios creció. La app ofrece salas de chats con discusiones de capitales de riesgo, y también programas de entrevistas a celebridades, música con DJs, eventos de networking, debates políticos y más.
La app, desarrollada por Paul Davidson y Rohan Seth, es muy simple y totalmente auditiva.. En habitaciones o rooms se pueden generan conversaciones sobre diversos temas, y al entrar, es posible participar o ser solo oyente. Algo así como “podcasts sociales”.
En cada sala, hay un moderador. Es tendencia en Silicon Valley por tener gurúes tech o simplemente contar con celebrities como los actores Ashton Kutcher y Jared Leto.
Una influencer que quiere llegar a la bolsa
Con más de 22 millones de seguidores en Instagram, la influencer y empresaria italiana Chiara Ferragni, con su línea de calzado y accesorios, una marca de ropa (con tiendas en Shanghai y París), quiere crecer y cotizar en la Bolsa. Ha manifestado su deseo y si lo lograra, sería la primera influencer en hacerlo.
Sería la primera OPV (oferta pública de venta de acciones) de una marca de una sola persona construida en una red social, como influencer. En Instagram, comenzó en 2012 compartiendo una foto con su perro. Ya era bloguera, en 2009 había comenzado con su blog The Blonde Salad, donde comenzó a hacer rentable su trabajo como bloguera. Si llegara la Bolsa, sus compañías podrían llegar a estar valuadas en 80 millones de euros.