Esther Calixte-Bea tuvo pensamientos suicidas y sintió vergüenza de sí misma. Pero en 2019 dejó de esconderse y este 2021 llegó a protagonizar la portada de una prestigiosa revista.
Hasta antes de la pandemia, el mundo de Instagram parecía ser 99,9% superficial. Gran parte de las instagramers modificaban sus cuerpos, las modelos retocaban sus curvas e incluso las celebs reducían sus caderas. Todo para parecerse a las Kardashian... O a los ángeles de Victoria's Secret, quienes también recurren al Photoshop. Sin embargo, en algún momento del encierro, la verdad comenzó a adueñarse de las redes sociales. La gente se empoderó con sus defectos, la naturalidad tomó un valor importante y el body postive se instaló como uno de los movimientos más relevantes. Y aunque la falsedad no se ha ido del todo, nuevos iconos "imperfectos" y sinceros han surgido. Entre ellos, la actriz y modelo plus sizeBarbie Ferreira, la top y portavoz del vitíligo Winnie Harlow y la artista Esther-Calixte Bea, quien este 2021 sorprendió con una impactante portada en Inglaterra.
Esther Calixte-Bea tiene 24 años y es de Montreal. De acuerdo con su Instagram, usualmente se dedica a la pintura. No obstante, durante los últimos dos años ha realizado una importante labor en las redes sociales: mostrarse tal cual es para que otros puedan aceptarse. ¿Y cómo lo hace? A través de la fotografía. Calixte-Bea posee una gran cantidad de vello corporal y opta por retratarse, sin censura, con la intención de normalizar el hecho de que las mujeres tengan pelos en el pecho, las axilas y las piernas. "Conservar mis vellos es simbólico. Y no solo simboliza mi victoria sobre los estándares de belleza que impone la sociedad, sino que también simboliza el tomar las riendas de mi cuerpo y mi derecho a amarlo tal como es", reconoce la activista en su Instagram.
Es por eso que, este enero, Esther se convirtió en una de las portadas de la revista británica Glamour, conquistando un importante hito: coronarse como la primera "mujer velluda" que aparece en un magacín de moda en Gran Bretaña. "Nunca había visto a una mujer con pelos en el pecho en una revista... Y ahora que la veo, soy yo... ¡Nunca pensé que pudiese marcar la diferencia! Estoy orgullosa, porque cuando era una niña me habría encantado ver a una mujer como yo, enseñando sus vellos. Me encanta la idea de poder cambiar la mentalidad de la gente", comentó, hace un par de semanas, en una entrevista al Huffington Post. Una instancia absolutamente inesperada para Calixte-Bea, quien hasta 2019 se escondía por temor a que la mirasen mal.
Según el relato de Esther, ella no tiene ningún síndrome. Menos una enfermedad. Pero a los 11 años se dio cuenta de que era "diferente" a sus compañeras de clase: tenía vellos donde otras chicas no tenían y sus pelos creían más rápido que lo que ella consideraba normal. Por lo que decidió enfocar gran parte de sus esfuerzos en eliminar lo que le molestaba... Y en el proceso, la canadiense terminó por agredirse a sí misma misma: sufrió depresión, llegó a tener pensamientos suicidas y las cuchillas le provocaron profundas lesiones. A pesar de ello, esas cicatrices fueron las que le cambiaron la perspectiva. No valía la pena dañar su cuerpo, porque el odio iba a frenar el crecimiento de los vellos.
"No importaba lo que hiciera, si me rasuraba o me depilaba con cera, el vello crecía de nuevo, más largo, más fuerte e incluso más negro. Por eso, al llegar a la universidad, decidí dejar de depilarme el vello del pecho y simplemente ocultarlo. Me subía la camiseta si se bajaba mucho y tomaba precauciones para que nadie me viera. Se volvió agotador y me di cuenta de que mi problema con el vello corporal estaba afectándome a nivel mental", explicó a Glamour a principio de año. A raíz de ello, Calixte-Bea comenzó a hacerse diversas preguntas: "¿Me estaba depilando para sí misma?", "¿me estaba depilando para otros?", "¿por qué debería depilarme?". Y después de pensarlo exhaustivamente, tomó una decisión y creó un proyecto llamado The Lavender. Una exposición de fotografías que hablan de vello, femineidad, feminismo y aceptación.
"No sabía cómo contarles a mis amigos sobre el vello de mi pecho, ya que nadie lo había visto antes. Y como artista, pensé en las diversas formas en las que podía expresar lo que estaba pasando... De esa manera, decidí coser un vestido lavanda. Un vestido de doble cara, con un lado que cubriese un lado de mi pecho -para abordar mis luchas personales- y otro para revelarlo. Y luego me fotografié en poses bellas y elegantes para mostrar que las mujeres con vello corporal son hermosas. Entonces Instagram se convirtió en la herramienta perfecta para mí, ya que sabía que podía llegar a mis seguidores, a otras personas y comenzar una conversación", confesó hace dos meses.
Por supuesto, la idea resultó un gran éxito. Es más, desde entones la instagramer acumula 34.000 seguidores en su perfil. Pese a ello, su presentación en sociedad también atrajo a un sinnúmero de haters, quienes insisten en que Esther no es femenina o que realmente se encuentra enferma. Pero Calixte-Bea ya ha aprendido a responder con espontaneidad este tipo de teorías. De hecho, la artista suele comentar, con orgullo, que sus pelos son herencia de sus antepasados -pertenecientes a la tribu africana We- y que tenerlos la hace sentir, además de hermosa, muy sensual. "Haberme dejado de depilar es lo mejor que pude haber hecho. Ya me siento más sexy y cómoda en mi propia piel", reveló recientemente a diversos medios, los cuales hoy se pelean por fotografiarla al natural.