A mis 45 años tengo claro que hay cosas que no admito más en mi vida y lo que me hace mal lo descarto y alejo, sin embargo ese proceso de aprendizaje me llevó años y en ese andar la vida debí pasar y enfrentar muchas situaciones, en relación a mi cuerpo, que fueron muy poco felices.
Hoy me encontraba trabajando cuando escuché a Cristian Romero hablar sobre su hija con un dolor que me causó angustia. Este hombre relató que su hija de 23 años, tiene sobrepeso, y hace mucho tiempo que lucha con todo lo que implica la obesidad. Esta joven hace deportes, es parte de un grupo de corredores y se encontraba realizando una práctica en un polideportivo de mi ciudad, cuando observó y escuchó comentarios sobre su cuerpo por parte de un grupo de personas, cuyas remeras mostraban que eran parte de una institución relacionada al deporte.
Sentir la burla es una experiencia que no se la deseo a nadie, lo que más me duele de toda esta situación es que esta joven mujer sintió vergüenza de sí misma, de su cuerpo, de quién es, se sintió frustrada, no pudo ver sus logros, no pudo ver que es una persona que está accionando con su vida y básicamente esto se debe a la sociedad monstruosa que hemos creado, que hemos construido, que a diario cimentamos sobre valores estéticos hegemónicos, como si el mundo sólo tuviera una talla, un color de piel, una elección de ser y parecer.
Me duele que haya habido mujeres que se burlaron de esta joven, en un mundo que pide a gritos empatía, sororidad, que sufre porque hay mujeres que están siendo calladas por gobiernos que nos las reconocen, que estos hechos sucedan no nos hace bien, como comunidad.
Desde el 2008 que escribo este blog y desde toda una vida entiendo lo que es estar parada en el lado “incorrecto” de lo que debería ser un cuerpo para esta sociedad, no niego que hay avances, pero es injusto que una mujer se sienta mal, que sienta que ella no encaja, que no pueda ver su belleza o sus acciones positivas porque es gorda, con todos los aderezos que se le ponen a esta palabra que para muchos sigue siendo un insulto.
No es justo que un padre y una madre lloren porque su hija sufre ante la insatisfacción de ser quien es…
Ojalá esta joven mujer lea mis palabras, a vos te digo que sos hermosa, a vos te digo que hay un poder inmenso en tu ser que quizás no sabés aún que está vos, pero que te habita y sólo debes iluminarte, creyendo en tu esencia, abrazando tu cuerpo, no permitiendo que la falta de apertura mental de algunos te defina. Vos sos maravillosa y la vergüenza hay que desecharla, corriendo, haciendo lo que amás, que acá no gana el que llega primero, gana el que confía en sí mismo, el que amplía su horizonte y deja atrás a los pensamientos bestiales para acercarse cada vez más a la mejor versión de sí mismo...



Laura A. Pereyra – Yo la Más Gorda de Todas –

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