Todo sobre los metaversos, la realidad virtual alternativa a la que apuntan los gigantes de la tecnología
- 29/10/2021 09:17 hs
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Facebook insiste con el concepto, Fortnite y Roblox ya son parte, Nvidia Microsoft y otras empresas también han puesto el ojo allí. Detalles de la movida y de sus vínculos con la realidad virtual.
“Algunas palabas, tales como ‘realidad virtual’, son demasiado torpes”. Así explicó Neal Stephenson, autor de la novela de ciencia ficción Snow Crash, cómo se le ocurrió usar el término “metaverso” para referir a espacios ficticios aunque compatibles con lo que percibimos como realidad. El concepto (contracción de “meta universo”) apareció en esa obra de 1992 y ahora es recuperado por la industria tecnológica, que postula a esos mundos paralelos como el próximo gran avance, el siguiente paso en la era digital. Y, huelga decir, la próxima gallina de los huevos de oro.
¿En qué se diferencian los metauniversos de aquello que durante años hemos llamado “ciberespacio”? ¿En qué sentido son diferentes a un videojuego que nos sumerge en una realidad alternativa? ¿Cuál es la revolución que proponen? Además, ¿por qué compañías como Microsoft, Nvidia y otros apuestan sus fichas en ese tablero? ¿Cómo se explica la obsesión que Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, ha manifestado en relación a esta tendencia?
Las respuestas hay que buscarlas en los avances previstos para la realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA). Allí, en esa mixtura que propine una ampliación digitalizada del mundo en el que vivimos.
Metaversos, más allá de los juegos (y de la pandemia)
Videogames como Fortnite: Battle Royale y plataformas gamer como Roblox hablan de sus propios metaversos. No es casual que esos planes se hayan intensificado durante la pandemia de Covid-19, como respuesta a las medidas de aislamiento físico. Con el contacto vedado, tanto el juego de Epic Games como el mencionado entorno se postularon como espacios virtuales para socializar. En ambos sitios se organizaron shows musicales, se proyectaron películas y se celebraron festivales con una particularidad: los usuarios no sólo están frente a una pantalla, sino que participan en la experiencia con los avatares o personajes que los representan en ese universo virtual.
Muchos de los metaversos se parecen a un videojuego (incluso en términos estéticos) pero trascenderán esa escena. De hecho ya lo hacen. Tal como señalamos, la idea es reproducir digitalmente las dinámicas sociales y/o cotidianas, desde asistir a un espectáculo musical o hacer compras. Eso sí: el gran diferencial es la inmersión. Tomando los mencionados ejemplos, no se trata de ver un recital en la tele o comprar vía e-commerce, acciones que ya son habituales. En cambio, se trata de hacerlo dentro de un universo alternativo aunque vinculado a la realidad.
En el caso del comercio electrónico –también en otras áreas- el ancla es el mismísimo usuario o comprador, con un pie en el mundo “real” y otro en el virtual. Tal como se vislumbra en la mencionada novela Snow Crash, el metaverso no reemplaza al mundo físico, sino que lo complementa.
El rol de la realidad virtual
La RV es una de las claves para la avanzada de los metaversos. Si bien disfrutar de un show de Ariana Grande en Fortnite con tu propio personaje saltando frente al escenario virtual es ya una modalidad inscripta en esta tendencia, la inmersión que propicia esa tecnología lleva a los universos paralelos al siguiente nivel.
Por eso no resulta extraña la obsesión que Mark Zuckerberg ha manifestado en relación a los metaversos y los planes de su compañía, Facebook, para avanzar en esa dirección. Su empresa adquirió al mayor especialista del rubro, Oculus VR, pagando 2.000 millones de dólares en el año 2014. Desde entonces los cascos RV de la marca tuvieron las esperadas actualizaciones aunque ninguna novedad realmente disruptiva. Eso ocurrirá cuando lleguen los metaversos de Facebook. ¿Imaginás algún día pasear por una plaza virtual en la que también estén presentes tus amigos de esa red social? No sólo serán posteos e imágenes que muestran cuán felices somos; también se tratará de compras, de interacciones laborales y de opciones inéditas en la Web tal como la conocemos.
“A fin de alcanzar nuestra visión del metaverso, necesitamos construir el tejido que conecta los diferentes espacios digitales, para superar las limitaciones físicas y poder desplazarnos entre ellos con la misma facilidad que nos movemos entre las habitaciones de una casa”, escribió Zuckerberg en referencia a este paso. Y explicó: “Podemos pensar en el metaverso como una Internet incorporada, donde en lugar de solo ver contenido, estás en él”.
La RA también tendrá un rol protagónico, con su información “impresa” sobre el mundo real. Y ya que hablamos de Facebook, cabe recordar que la compañía californiana tiene entre manos unas gafas con esa tecnología, que lanzaría en los próximos años. El mismísimo Zuckerberg dijo a The Verge que en los próximos cinco años pasarán de ser una empresa de redes sociales a una firma “metaversa”.
El anhelo de la interoperabilidad
Mientras múltiples firmas de tecnología posan su mirada en los metaversos (y en los réditos que ese paso promete), entre ellas Microsoft y Nvidia, que ya han manifestado sus planes en ese terreno; los usuarios anhelamos la interoperabilidad. ¿Podremos saltar de uno a otro metaverso, sin demasiadas barreras? En ese sentido, ¿será posible mantener el mismo avatar (una identidad para esos ámbitos) idéntica en las diversas plataformas?
Más allá de las apariencias, la posibilidad (no la obligación, por supuesto) de conservar una misma identidad en los diversos universos paralelos que se avecinan no sólo será un deseo de orden estético, más que la intención de que nuestro alter ego digital lleve la misma ropa y el mismo gesto en los múltiples espacios virtuales. La interoperabilidad es deseable en más sentidos, por ejemplo, para poder usar los elementos que se hayan adquirido en diferentes ámbitos, para acreditar nuestra identidad y comportamiento, para conservar nuestro historial, tal como ocurre de este lado.
Sin embargo, no es descabellado suponer que la interoperabilidad no ocurrirá lisa y llanamente. Tal como notó The Washington Post en un repaso sobre este fenómeno, detrás de esa movida (que presume ser la llave para un nuevo capítulo en la era digital, en Internet) hay una intensa maquinaria que prevé facturar millones. Cuando eso ocurre, la cooperación y libertad de movimiento no son simplemente aplicables.
De acuerdo a Bloomberg, los metaversos podrían suponer un negocio global de 800.000 millones de dólares hacia el año 2024.
Por último, los metaversos también serán interesantes campos de prueba. ¿Acaso no es conveniente testear una nueva dinámica social o laboral sin afectar directamente el desempeño real? ¿Aquellos espacios no serán perfectos para el entrenamiento antes de la puesta en práctica? Cuando se popularicen, estos mundos paralelos servirán para replicar prácticas, ponerlas a prueba y evaluar su posterior implementación más allá de las pantallas y de los cascos de RV. ¿Sabías que la mencionada compañía Nvidia anunció una alianza con BMW para replicar virtualmente una de sus plantas de producción?
No hace falta esperar al despliegue de los metaversos (por cierto, la idea acabada aún no fue presentada, más allá de las propuestas en Fortnite o Roblox) para saber que aquello que ocurre en el mundo online tiene repercusiones en la vida real de las personas. En función de ello, estamos a tiempo de diagramar las reglas de convivencia para esos espacios, antes de que nos sumerjamos en ellos para ser parte de la nueva era.