La joya, de oro y con una piedra preciosa incrustada, estuvo sumergida por siglos en el Mediterráneo tras un naufragio cerca de las costas de Israel, según comunicó la Autoridad de Antigüedades de ese país.
Los cristianos llamados primitivos, los de los primeros siglos, cuando el cristianismo era una religión semi clandestina y perseguida, representaban a Jesús como un pastorcillo, que llevaba una oveja sobre los hombros.
La imagen inicial de Jesús, que iría cambiando con el tiempo, era la de un joven, el buen pastor, cargando un cordero. Según algunos, esta representación de Cristo era también una imitación de Apolo, como una forma de eludir la censura romana.
Es por eso que el descubrimiento de esta joya tiene gran significación histórica, ya que de verificarse su autenticidad confirmaría que esa era la representación de Jesús para los primeros cristianos. En el anillo, la figura de Cristo está tallada sobre una piedra preciosa verde.
La pieza es parte del hallazgo submarino de un tesoro mayor que incluye monedas de plata romanas y medievales. El cálculo de los especialistas es que datan del siglo III.
Tras el anuncio de este descubrimiento por parte de las autoridades israelíes, Robert Kool, jefe del departamento de monedas del país, dijo que el anillo es una pieza “excepcional” y que posiblemente el conjunto hallado provenga de “un barco romano originario de Italia” debido al “estilo” de algunos de los artículos encontrados.
En los Evangelios, los libros que relatan la vida de Jesús en el Nuevo Testamento, Cristo se presenta a sí mismo como el pastor que protege a su rebaño de fieles. Y una de sus parábolas más conocidas apela justamente a esa imagen.
El tesoro fue descubierto por un grupo de arqueólogos de la Unidad de Arqueología Marina de Israel como resultado de una exploración submarina de dos meses en la zona. Entre las piezas encontradas, además del anillo y las monedas, hay campanas, clavos, cerámicas, figurillas y un ancla de hierro. Todo fruto de naufragios ocurridos hace 1.700 años aproximadamente frente a la costa de Israel en proximidades del antiguo puerto de Cesarea ubicado a 45 kilómetros de Tel Aviv.
Imágenes similares a la de Jesús que aparece grabada en el anillo recién descubierto fueron halladas en las catacumbas en las que se refugiaban los cristianos en tiempos de la persecución por los romanos.
Cesarea fue una zona de gran actividad de la Iglesia cristiana primitiva -la de los primeros años tras la muerte de Jesús hasta comienzos del siglo IV cuando el culto cristiano fue legalizado (el Edicto de tolerancia es del año 313)-; allí se implantó una de las primeras comunidades de seguidores de Jesús y fue en esa ciudad donde el apóstol Pablo bautizó a Cornelio el Centurión, primer gentil (no judío) en convertirse al cristianismo.
Desde ese punto la religión cristiana empezó a difundirse por todo el mundo, en un proceso de expansión sostenida y exitosa. Aquella comunidad primitiva tuvo un fuerte impulso evangelizador y se expandió por todo el mundo entonces conocido. El propio Pablo fue un incansable viajero. El hallazgo del anillo sería una confirmación más de estas características de la región.
Israel es escenario de frecuentes hallazgos arqueológicos de connotaciones bíblicas, tanto relacionables con el Antiguo como con el Nuevo Testamento. Uno de los hallazgos más importantes del ultimo medio siglo, es el de la ciudad de Magdala, de donde era originaria María Magdalena, la seguidora de Jesús, un personaje clave de los Evangelios. Puerto sobre el Mar de Galilea, Magdala era una ciudad muy importante y económicamente desarrollada en los tiempos de Jesús.