El conflicto de Rusia contra la población ucraniana abrió el principal discurso presidencial del año, pero la economía y una defensa de la ley de infraestructura fueron también temas centrales de la alocución.
El presidente Joe Biden dio anoche su primer discurso del Estado de la Unión, en medio de la crisis internacional por la invasión de Rusia a Ucrania y de una inflación histórica dentro de los Estados Unidos. Es el discurso más importante del año, al menos el único establecido por la Constitución de manera obligatoria, para que el presidente rinda cuentas a los ciudadanos y a sus colegas.
A sala llena (aunque con algunos espacios vacíos para respetar cierta distancia por COVID 19), frente a casi todo su gabinete (a excepción de la secretaria de comercio, Gina Raimondo, quién es la sobreviviente designada de la noche), los miembros de la Corte Suprema y los miembros del poder legislativos del país, no era sorpresa para nadie que la crisis en Ucrania sería el gran tema de la noche.
El primer momento destacable de la noche se dio incluso antes de que el presidente llegara a la Cámara de Representantes, desde donde se da el discurso. Se trató del ingreso de la primera dama, Jill Biden, quien al arribar se sentó junto a su invitada personal de la noche: la embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Markarova.
En un país donde la política está absolutamente polarizada entre los dos principales partidos, la crisis en Ucrania dio un sentido de unidad, al menos en lo formal. Si bien desde los republicanos llegarían las críticas a lo que llaman una tibia reacción de Biden, hoy en el Capitolio, ante el discurso del Estado de la Unión, reinaban los atuendos azules y amarillos, en honor a la bandera ucraniana, así como los prendedores con esta bandera, en claro apoyo al país invadido, tanto en demócratas como republicanos.
Apenas cinco minutos después de la hora estipulada, a las 9 y 5 de la noche hora del este de los Estados Unidos, Biden ingresó a la cámara baja, saludando a los presentes y dejando para el final a los generales mayores de la nación, un gesto no menor en tiempos de guerra en el mundo.
Escoltado por Kamala Harris, la vice-presidente de la nación, y por Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes, tal como lo establece la tradición, Biden inició su discurso sin pronunciar la clásica frase: el Estado de la Unión es fuerte. Por el contrario, decidió hacer referencia a que este año el evento se pudo llevar a cabo de manera tradicional, cosa que el año pasado no ocurrió por las restricciones del COVID 19.
Pero sin demorarse, pasó a hablar del conflicto en Ucrania.
“Putin se encontró con una fuerza que nunca imaginó. Se encontró con el pueblo ucraniano (aplausos de toda la sala) (…) Cada ucraniano con su valentía inspira la mundo (…) Cuando los dictadores no pagan un precio por sus agresiones, siguen avanzando. (…) El ataque de Putin a Ucrania fue premeditado y no provocado. Creyó que podía dividirnos en casa, en esta cámara, en esta nación, en el exterior. Pero se equivoco. Estamos unidos, preparados. Tenemos alianzas ya creadas para enfrentar a Putin”, decía Biden generando aplausos de miembros de ambos partidos.
El presidente siguió hablando del tema para enviarle un mensaje a los oligarcas rusos, que muchas veces, viven en Estados Unidos.
“Esta noche le digo a los oligarcas rusos, que hacen billones de dólares del régimen, NO MAS. Los estados unidos, el departamento de justicia, tiene un equipo para ir detrás de los oligarcas rusos, para quitarles sus yates, sus apartamentos. Vamos por ustedes”, prometía el llamado líder del mundo libre.
Biden prometió además enviar toda la ayuda posible a los ucranianos, más de mil millones de dólares para apoyarlos, mientras que anunció el cierre del espacio aéreo para todo vuelo ruso. Y advirtió que si bien no piensa enviar tropas estadounidenses a Ucrania, la situación cambiaría si tocan a un país miembro de la OTAN.
“Vamos a defender cada centímetro de los territorios de la OTAN”, agregaba el presidente.
Para hacer la transición entre la política exterior y lo que está ocurriendo internamente en Estados Unidos, Biden reconoció que el precio de la gasolina está aumentando, pero prometió frenarlo y anunció que hay acordaron con los aliados traer al país 60 millones de barriles de crudo de reserva.
La situación en la cámara se puso menos amigable cuando el presidente pasó a hablar de temas domésticos. El gran elefante blanco en la sala es la inflación que está en su punto más alto desde 1982.
“Entiendo, una de mis prioridades máximas es bajar los precios”, decía Biden, para dar una breve explicación acerca de lo que él considera es la causa de la inflación, puesta toda en causas externas: la falta de trabajadores por la pandemia, el problema mundial en la cadena de distribución y la falta de inventario. Si bien no hizo ningún tipo de mea culpa al respecto, ofreció una solución local.
“Tenemos una opción, bajar sus salarios y hacer a América más pobre. Tengo una mejor idea, bajar el costo, no los salarios. Más autos hechos en América, más cosas hechas en América, para no depender en la cadena de distribución internacional”.
Biden dio una larguísima explicación de por qué cree que la solución está en su ley de infraestructura, que según dice, movilizaría toda la economía porque todo sería hecho en el país.
“Es tiempo de que América vuelva a trabajar”, afirmaba hacia el final del discurso, cuando enumeró lo que considera logros de su administración saliendo de la pandemia.
De manera breve, hizo alusión a la violencia que se vive en varias ciudades y dio apoyo a la fuerza policía, yendo en contra de un slogan de su partido, generando el aplauso de pie de líderes republicanos como Kevin McCarthy.
“Nunca debemos quitarle fondos a la policía, debemos invertir en la policía”.
El presidente defendió su elección de jueza para la corte suprema, y pidió una reforma migratoria que incluya desde una solución para los dreamers, seguridad en la frontera y un plan para ayudar a centro américa y evitar las caravanas.
Para finalizar dio un mensaje de unidad, donde destacó proyectos en los que demócratas y republicanos pueden trabajar juntos, incluyendo desde temas relacionados a veteranos de guerra hasta la búsqueda de la cura para el cáncer.
“El estado de la Unión es fuerte, porque ustedes los estadounidenses son fuertes”, terminaba el discurso, una hora y dos minutos después.