Héctor Guzmán, tío de Micaela Ávila, dialogó con Mabel Sanchez para la mañana del limón, conto como vivió la pérdida de su sobrina y cómo su fe lo mantuvo a flote.
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24 años después del caso Micaela Ávila su tío, Héctor Guzmán, habló con Mabel Sánchez sobre la experiencia, la presión de los medios y el dolor de la perdida.
Transcurrieron 24 años desde la desaparición y muerte de Micaela, tu sobrina, ¿Qué recordás de ese tiempo y cómo cambió la vida para vos y para tu entorno?
Fue, por supuesto, un punto de inflexión para mi vida personal, para mi vida familiar, especialmente para la vida de Dora y Héctor sus hermanos, creo que con el tiempo uno va aprendiendo, primero a perdonar para seguir adelante y a aferrarse a la educación, a la fe, a los valores, a lo que interiormente tenemos para seguir adelante. Creo que un golpe tan difícil y doloroso, extremadamente irracional, lleva al dolor más extremo, a la oscuridad más extrema al que el ser humano puede llegar.
Cuando yo me entero estaba cenando con unos amigos, llego a casa, veo a tanta gente, y me entero, es como si hubiese caído en un pozo tan profundo y tan oscuro que no podía salir y creo que la educación que me brindaron mis padres sobre la fe fue lo que me permitió agarrarme y empezar a pararme de a poquito, enderezarme y empezar a acompañar a los hermanos y a los padres de Micaela porque a mí me costó mucho pararme y tener un poco de fortaleza para acompañar. Muchas horas pasaba frente al sagrario para poder comprender y pedir que ella estuviera bien cuidada, protegida, amada, como era cuando estaba con nosotros.
Vos imaginabas que la iban a poder encontrar, que alguien la había secuestrado y que estaría con otra familia
Sí, siempre viva. Con el paso del tiempo hubo otros indicadores, cuando fuimos con Dora a Paraguay, allá tuvimos la asistencia de la embajada norteamericana en Paraguay que nos hicieron ver que era imposible que fuera un secuestro vía países bajos, para ellos estaba en Río Cuarto y estaba cerca y después con el tiempo se evidenció que así era.
Nosotros fuimos a Paraguay siguiendo las pistas de este supuesto investigador privado, que según él la habían secuestrado, la habían llevado al norte del país para ser vendida a los países bajos. Cuando hicimos estas consultas en Paraguay dijeron que era imposible pasar por tantas provincias, que hubiera tenido un coste muy alto ir hacia el norte argentino.
¿Qué rescatás y qué quisieras que nunca volviera a repetirse en un caso similar?
Hay sectores, yo creo que los medios de comunicación, que operan para la justicia, yo creo que había una gran inoperancia en la investigación y que desde algún medio local operaban, porque todas estas cosas que surgieron de la vida de mi hermana, de mi cuñado, de la familia, yo trabajaba en ese momento en el Lanteriano La Merced y me fue a buscar la policía con dos patrulleros, porque según el fiscal yo había mentido, falseado, cuando yo fui a decirle personalmente que íbamos a Paraguay.
Creo que el daño más grande se lo hicieron a los familiares, el daño moral, porque al sufrimiento de la desaparición y de lo que vivimos, tuvimos que remarla con la sociedad y todo ese daño fue irreversible.
Por eso también te agradezco este espacio, que se nos permita reflexionar y analizar si volviera a pasar, cuál será la actitud de la justicia, de los medios y de los ciudadanos de a pie con respecto a esto, si hemos crecido, hemos cambiado, reflexionado, madurado o vuelve a pasar y volvemos a cometer los mismos errores.
Mabel Sánchez