Oriundo de Polonia, había vivido en Italia, donde conoció a su esposa. Prisionero en Auschwitz, fue ayudado por el empresario Oskar Schindler.
A los 98 años y en su casa de Córdoba, murió Edgar Wildfeuer, el último sobreviviente del Holocausto radicado en esa provincia. Se trata de un hombre que se dedicó en vida a contar su historia y el horror de sus días como prisionero en el campo de exterminio de Auschwitz, donde llegó a conocer al famoso empresario Oskar Schindler.
“Mis condolencias a la familia y a la colectividad judía por la pérdida de Edgar Wildfeuer, quien fuera el único sobreviviente en nuestra provincia del campo de concentración de Auschwitz. Su vida fue un ejemplo de superación, que dedicó a mantener viva la memoria del Holocausto”, escribió el gobernador local, Juan Schiaretti, en su cuenta de Twitter.
Por su parte, el Museo del Holocausto de Buenos Aires también lamentó la noticia y publicó en las redes sociales una breve biografía de Wildfeuer, en la que precisó que nació en 1924, en la ciudad de Diedzice, Polonia, pero a los tres años se mudó junto a su familia a Torun, tierra de donde era oriundo Nicolás Copérnico.
Fue, justamente, en ese lugar donde se encontraba cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y, tras las deportaciones a los guetos, se escaparon a Podhuba, una región cercana a la ex Checoslovaquia, donde comenzó su martirio.
“Al final, eran tantos (los muertos) que a usted ni le impresionaba ver cadáveres. Una noche dormí en unas literas de 60 centímetros. Tenía que dormir con dos hombres ahí. El que durmió conmigo se murió. Y yo le saqué las medias, la camisa, ¿se da cuenta?”, contó al diario La Voz, tiempo atrás.
En aquel entonces, el joven Edgar comenzó a trabajar en una firma austríaca que reparaba caminos y, gracias a que era el único que hablaba alemán de sus compañeros, rápidamente se convirtió en ayudante del capataz.
El 13 de septiembre de 1942, cuando tenía tan solo 18 años, un grupo de alemanes entró a su casa y asesinó a toda su familia, pero él se salvó porque en ese momento había salido en bicicleta a buscar su almuerzo, como hacía todos los días.
“Mataron a toda mi familia y me había quedado solo en el mundo. No sabía qué hacer”, recordó sobre aquel episodio de su vida durante una entrevista que brindó en 2015 a la agencia de noticias Télam.
Sin embargo, poco después fue capturado y trasladado al gueto de Cracovia, a unos 14 kilómetros de distancia de la ciudad en la que estaba, y desde allí fue llevado a un campo de trabajos en una ciudad pequeña, en donde hacía tareas de mantenimiento.
Luego, Edgar fue deportado al campo de concentración y exterminio de Auschwitz, en donde fue tatuado con el número 174.189. En ese sitio, se registró como carpintero, a pesar de que no sabía nada del oficio, lo que fue descubierto por los soldados alemanes, que lo convocaron para realizar labores de limpieza.
Fue en ese terrible lugar que, en una ocasión, conoció al famoso empresario Oskar Schindler, recordado por haberles salvado la vida a miles de judíos al emplearlos en sus fábricas de utensilios de cocina y municiones: “Tenía un dolor de panza y él me trajo un Schnapps, una famosa bebida alemana”, contó hace algunos años a Clarín.
Wildfeuer estuvo un año en Auschwitz, “con rutinas de trabajo agotadoras, con frío y muy poca comida, que comenzaban a las 5 de la mañana y muchas veces finalizaban después de las 7 de la tarde”, explicó el Museo del Holocausto en su cuenta de Instagram.
En 1945, con el avance del ejército soviético, Edgar participó de las denominadas Marchas de la Muerte: fue caminando hasta Ebensee, otro campo de concentración que, en este caso, estaba ubicado en la actual Austria.
Finalmente, luego de un largo tiempo de sufrimiento, los estadounidenses ingresaron a ese campo el 6 de mayo de 1945 y encontraron a Wildfeuer, que para ese momento ya tenía 21 años y pesaba aproximadamente unos 40 kilos.
Luego de la finalización de la guerra, Edgar se fue a vivir a un campo de refugiados en Santa María de Leuca, al Sur de Italia, donde estudió el bachillerato en Roma, el cual terminó en seis meses, e ingeniería en la Universidad de Bari.
Fue en ese país donde también conoció a quien iba a convertirse en su esposa, Sonia Schulman, también polaca y sobreviviente de los campos de concentración. Ella emigró primero a la Argentina junto con su familia y le envió una carta para invitarlo a mudarse, algo que hizo el 15 de noviembre de 1949.
Ya instalados en Córdoba, ambos se casaron y tuvieron tres hijos y siete nietos. En esa provincia pasaron juntos el resto de sus vidas. Además, Edgar fue el último sobreviviente en filmar con el Museo del Holocausto de Buenos Aires para el Testimonio Interactivo de Sobrevivientes, que se encuentra en etapa de posproducción.
“Cuando terminó la contienda suponíamos que todo iba a cambiar, que el mundo iba a mejorar, que desaparecerían las fobias y las acciones negativas. Pero nada de eso se cumplió porque el armamentismo es una industria que da plata a mucha gente”, lamentó el propio Wildfeuer ante Télam.