No es fácil escuchar en una conversación de padres lo hartos que están de que sus hijos se pasen el día con los ojos pegados a una pantalla conectados a las redes sociales. Los expertos alertan la necesidad de retrasar la edad a la que se entrega a los niños su primer móvil —que suele ser un regalo muy socorrido en la Primera Comunión— y sobre todo, poner límites a su consumo.
A este llamamiento se suma también el responsable de la Unidad de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Aguas Vivas, el doctor Augusto Zafra, quien alerta sobre las adicciones derivadas «de una progresiva digitalización». Un extremo que cada vez goza de mayor aceptación en la comunidad científica y que se convertirá «en un problema de salud pública de primer orden».
El psiquiatra ha destacado que «casi nadie cuestiona ya el impacto cerebral de una nutrición sensorial en la era digital, capaz de generar una neuroadaptación neuronal en las primeras dos décadas de vida y que determinará la existencia del sujeto el resto de su vida».
De esta manera, el doctor Zafra ha subrayado que, del mismo modo que ciertas drogas provocan a medio plazo un déficit de la atención, «los estímulos de alto impacto generados por videos cortos y virales en un cerebro en desarrollo de niños y adolescentes pueden generar un tejido neuronal en el adulto tendente a la hiperestimulación, la inmediatez y a la pérdida de foco atencional similar a lo que ocurre en personas que padecen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)». De hecho, Zafra viene advirtiendo desde el año 2014 de los problemas derivados de un uso inadecuado de las redes sociales y de los que podrían generar en el futuro.
Así, ha puesto de manifiesto que, «sin saberlo, y permitiendo una accesibilidad sin supervisión de este tipo de estímulos en los menores, podemos estar facilitando un diseño cerebral asimilable al de esas personas que padecen la enfermedad neurológica denominada TDAH».
Para explicar los efectos adictivos de determinadas plataformas sociales, el doctor Zafra hace referencia a «la prisa sensorial» de la que habla Bernstein Research. El cerebro humano está diseñado «para anticipar el potencial placer mediante el ansia sustentada por la famosa sustancia llamada dopamina que genera una necesidad irrefrenable de ser impactado por estímulos de fácil accesibilidad y placer inmediato que genere pulsos de opioides endógenos y cascadas endorfínicas 'a golpe de deslizamiento'. Y esto es una realidad porque nuestro órgano cerebral realmente está diseñado para funcionar así».
Píldoras sensoriales compulsivas
Esta «píldora sensorial» se vuelve «compulsiva y esclava enfocada a una repetición comportamental que escapa al autocontrol, a lo racional y a la percepción temporal del sujeto. Y plataformas como Tik Tok aprovechan esto, nos proporcionan la mejor píldora sensorial de forma inmediata y de pulso rápido capaz de sacudir todas nuestras áreas cerebrales sensoriales y emocionales».
El responsable de esta Unidad de Desintoxicación y Patología Dual ha resaltado que Tik Tok es hoy en día «la plataforma social más popular y parece que los ritmos que imperan en otras redes sociales como Facebook se hubieran quedado lentos y descafeinados». Y es que, ha explicado el doctor Zafra, el vídeo rápido «tiene un alto impacto en el sensorio humano, nos provoca una desconexión de la realidad, nos proporciona un placer instantáneo difícil de describir y nos sacude las emociones dormidas».
El elevado impacto mediático de la plataforma, el rápido ascenso de popularidad y el progresivo aumento en la cuota de mercado respecto a otras redes sociales «no pasa desapercibida a la competencia. Rápidamente Instagram viralizó sus reels como producto estrella, del mismo modo que YouTube generó sus shorts. Y todo esto, resalta el doctor Zafra, «no es casualidad, ya que el objetivo es captar la atención plena y el máximo tiempo de la audiencia».
En opinión del doctor Zafra «no es de extrañar que el algoritmo que impera en Tik Tok esté diseñado para que se consuma contenido visual a medida que este se hace más viral». De esta manera, ha indicado que «tiene un olfato infalible para mostrarte lo que solo a ti te interesa, más allá de los planos conscientes y la preferencia inicialmente mostrada a la plataforma por el sujeto. Y lo que más miedo da de todo esto es que realmente acierta».
Algoritmos más afinados y potencialmente más adictivos
Por este motivo, el doctor Zafra ha vaticinado que «el futuro diseño de las redes sociales está enfocado al perfeccionamiento de algoritmos cada vez más afinados y potencialmente más adictivos que artefacten las emociones, anestesien de forma silenciosa nuestra voluntad consciente y disminuya la sensación de sufrimiento humano».
Por eso, ha adelantado que plataformas «que nos inviten a tener una vida paralela virtual, como Metaverso, serán una revolución para nuestra sociabilización y para la forma actual que tiene el ser humano para relacionarse consigo mismo, con el resto de las personas y con el mundo. Es más, el Metaverso pondrá patas arriba conceptualizaciones existenciales y filosóficas del ser humano como nunca había ocurrido a lo largo de nuestra historia», ha concluido.
A pesar de todo esto, el profesional ha destacado que las redes sociales no son «ni ángeles ni demonios sino herramientas digitales al servicio del ser humano que se van perfeccionando cada día» pero ve necesario que cada persona aprenda a «domesticar y dosificar desde temprana edad tanto la cantidad y la calidad de la información que recibe digitalmente y que viene enmascarada bajo los adjetivos de 'entretenimiento', 'sociabilización', 'comodidad' y 'globalización', entre otros».
En este sentido, el doctor Zafra ha señalado que «una autogestión sana del tiempo que invertimos en estas plataformas digitales 'sociales' será necesaria para nuestro equilibrio mental y toda herramienta diseñada para ayudar a evitar un uso excesivo serán insuficiente sino existe una plena conciencia social de esa necesidad».
«No será la suerte ni la casualidad – indica-. Nuestras futuras emociones, pensamientos y procesamientos mentales dependen del autocuidado de cada uno y de la forma de relacionarnos. Simplemente dependerá de cómo decidamos alimentar nuestro sistema cerebral y como cuidemos el resto de carcasa orgánica que rodea nuestro sistema nervioso».
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