Y así llegaste vos, devolviéndome la FE...

Algo parecido dice una canción de Shakira y cada vez que escucho esa sola frase a mí se me vienen al corazón tantas personas. 

Es que así llegan a tu vida, irrumpiendo, sin esperarlas, como una oleada de frescura y ternura. 

¡En el momento que creías que todo se estaba derrumbando te caen como por arte de magia! 

Llegan personas que obsequian su tiempo, roban sonrisas en lo peor de tu caos, le dan cuerda a tu corazón hasta que agarre ritmo nuevamente, escuchan, acompañan, cuidan, guían, protegen, abren puertas, expanden, salvan, sanan, te dejan aparecer y lo más hermoso es que no hacen falta muchas palabras porque te saben.

Son la palabra dicha a tiempo, el silencio que acompaña, el abrazo que te vuelve a armar, la mirada cómplice, el beso que endulza, las lágrimas compartidas, el mensaje a tiempo, la visita inesperada, son el detalle. 

Son personas constructoras de puentes, reman a tu lado cuando ya no das más, te dan la mano para saltar del otro lado porque confían en vos y son la lucecita del faro cuando te perdiste, son la vitamina del día. 

Son el antes y el después.

Te ponen los pies en la tierra, volvés a escuchar los latidos del corazón, los hombros se aflojan, los ojos se llenan de brillo, conectas con el compás de la respiración y das la bocanada de aire que estaba retenida, son el augurio de que algo bueno sucede.

Cuando se cruzan, la vida vuelve a tener un nuevo sentido, empezás a creer en lo que es recíproco, compartido, te animas a mirar a los ojos porque del otro lado ves el alma de quien está acompañando y confías, están caminando a la par, son parte de la vida sin tanto rollo. 

De vez en cuando, la vida nos sorprende con estos encuentros que parecen mágicos, en el tiempo exacto, el lugar correcto, la persona indicada y una explosión de sensaciones.

Magia es encontrarnos, compartirnos, conectar y que todo sea recíproco! 
¡Cree en lo invisible!