Seguimos solos en el universo, al menos de momento. Tras investigar 800 avistamientos la NASA ha podido confirmar que ninguno tiene pinta de proceder de otro planeta. Por primera vez un panel de científicos independientes ha sido contratado por la agencia espacial para analizar lo que antes se llamaban Ovnis, y ahora se han convertido en políticamente correctos UAPs (Fenómenos Anómalos sin Identificar). Todo lo que sea necesario para librar al grupo de 16 expertos de un estigma social que les ha costado burlas en las redes sociales por ponerse a buscar marcianitos.
«No hemos visto la evidencia de algo extraordinario, de algo que no proceda de una inteligencia humana», desinfló el globo el presidente del comité de expertos, David Spergel, nada más comenzar su exposición.
De los 800 fenómenos investigados, los expertos contratados pudieron explicar casi todo, desde globos meteorológicos, problemas con los sensores, y hasta el uso de un microondas en Australia por parte de unos investigadores, lo que les estaba provocando la recepción de extrañas ondas de radio a la hora del almuerzo. Sin embargo, varias docenas de avistamientos aún no saben cómo explicarlos, y alegan que les faltan datos. Aún así sus conclusiones definitivas se harán públicas a finales de julio.
Los expertos destacan que, en casi todo lo analizado falta información, al menos si estamos pensando en atribuir el fenómeno a una inteligencia superior, algo que esperan solucionar con avistamientos venideros, gracias a la presencia global de teléfonos móviles, cargados de muchos datos sobre cada foto o vídeo que registran. «Los datos es lo que nos ayuda a entender la forma de un objeto o por qué se comporta de una determinada forma. Tenemos entre 50 y 100 informes nuevos cada mes», dijo Sean Kirkpatrick, director de la Oficina de Resolución de Anomalías del Pentágono, aunque los casos se dispararon las últimas semanas por el caso de los globos meteorológicos chinos.
Casi la totalidad de los avistamientos registrados fueron hechos desde aviones, aunque subrayan que muchos de ellos no se notifican por propia voluntad de los pilotos para evitar ser estigmatizados. «Uno de nuestros objetivos es eliminar el estigma», dijo Spergel, «porque se necesitan datos de alta calidad para abordar cuestiones importantes sobre las UAP». Desde la dirección de Misiones Científicas de la NASA, Nicky Fox, puso como ejemplo que los aviones militares, protagonistas de muchos de los avistamientos, están equipados para disparar con precisión contra un objetivo, pero no para ponerse a estudiar su física, de ahí su propensión «a observar como inexplicables fenómenos ordinarios».
Sean Kirkpatrick describió el caso de un objeto extraño que parecía que entraba en el agua, y que acabó siendo un problema del sensor que lo detectaba. Durante la exposición del comité de investigación se mostró también un video tomado por un avión militar al oeste de los EE.UU, con una serie de puntos moviéndose en el cielo nocturno, y aunque no pudo interceptar el objeto, al final resultó ser un avión comercial que se dirigía a un aeropuerto próximo.
Daniel Evans, Administrador Adjunto Adjunto de Investigación dentro de la Dirección de Misión Científica de la NASA, defendió que, a pesar del acoso sufrido por el grupo, estaban realizando un trabajo científico «riguroso basado en las pruebas, que es lo que permite separar la realidad de la ficción".
«¿Estamos solos en el universo? Es una de las preguntas más antiguas de la historia del universo y de la humanidad, por eso no podemos tomárnosla a la ligera, y necesitamos científicos y equipos multidisciplinares», sostiene Spergel. Además recordó que, analizarlo, "también es algo que afecta a la seguridad".
El panel representa la primera investigación de este tipo jamás realizada bajo los auspicios de la agencia espacial de EEUU sobre un tema que el Gobierno en su día confió al ámbito exclusivo y secreto de los funcionarios militares y de la seguridad nacional. Entre los elegidos por la NASA se encontraban expertos de la talla del astronauta retirado Scott Kelly, el primer estadounidense que pasó casi un año en el espacio.
Este estudio de la NASA es independiente de otra investigación con base en el Pentágono sobre los fenómenos aéreos no identificados documentados en los últimos años por aviadores militares y analizados por funcionarios de Inteligencia y Defensa de EE. UU.
Los integrantes del panel de la NASA, que se basan en datos no clasificados, han indicado que se están topando con buena parte de los obstáculos que han detectado sus homólogos del Pentágono. «Los esfuerzos de recopilación no son sistemáticos y están fragmentados en varias agencias, a menudo utilizando instrumentos no calibrados para la recopilación de datos científicos», dijo Spergel.
Pero estas iniciativas paralelas de la NASA y el Pentágono, ambas con cierta apariencia de escrutinio público, suponen un punto de inflexión en el gobierno de EEUU después de décadas de desacreditar avistamientos de objetos voladores no identificados que se remontan a la década de 1940 y han sido asociados con platillos volantes y extraterrestres.
El panel tiene ahora «varios meses de trabajo por delante», aseguró Evans. Una de las dudas que surgieron de la exposición es que si al final la NASA encontrara vida alienígena lo haría o no público: «Nuestra labor es observar los fenómenos y si descubrimos que no estamos solos en el universo nuestra obligación es compartirlo», sentenció Spergel.
El Mundo