Se entiende el enojo de la población, el malestar por una realidad económica insoportable: inflación, caída del poder adquisitivo, informalidad, pobreza, indigencia, etcétera, etcétera. No es necesario que describa lo que el lector observa y siente día tras día en esta Argentina. Todos saben de qué trata el actual contexto social. Pero ese enojo generalizado se tiene que transformar en voto de esperanza de cara al futuro. De nada sirve quedarse con ese sentimiento sin hacer absolutamente nada.

La herramienta más importante que el ciudadano tiene entre sus manos es el sufragio universal y obligatorio. No importa el partido o candidato que elija, esa decisión es individualísima, sí importa que en ese sobre (o en esa cruz, como en el caso de Córdoba, por sufragar con Boleta Única), se deposite la esperanza de un porvenir mejor. El voto siempre es positivo. O debería serlo. Votar en contra de, para que otro pierda, ya demostró que luego no arroja resultados satisfactorios en la gestión. El voto siempre debe ser por la positiva, por creer que ese partido o candidato hará las cosas lo suficientemente bien para cambiar la realidad, mejorarla, transformarla. Insisto, no importa por quién se elija, lo significativo es confiar en que la decisión que se toma en el cuarto oscuro es la adecuada desde nuestra humilde óptica.

Algunos municipios y provincias ya votaron, el próximo domingo será el turno de Córdoba para elegir gobernador e intendentes de 220 comunas o municipalidades.

Será un hecho histórico para la provincia, se elegirá al quinto gobernador desde el retorno de la democracia. Ese sitio privilegiado sólo le correspondió a Eduardo César Angeloz, Ramón Mestre, José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti. Dos radicales, dos peronistas. Fueron 16 años de radicalismo, van 24 de peronismo. Martín Llaryora, de Hacemos Unidos por Córdoba; y Luis Juez, de Juntos por el Cambio, son los principales rivales en las urnas. Uno de los dos asumirá en diciembre, con la enorme responsabilidad de conducir la segunda provincia de la República Argentina.

Por eso, usted lector, tiene un rol demasiado importante cuando ingrese al cuarto oscuro. Antes que nada, vaya a votar, no se quede en su casa. En mi humilde opinión, votar por la negativa, sea cual sea para usted la negativa, no conduce a nada. Siempre el voto es positivo. Por creer que un municipio o una provincia pueden ser mejor hacia adelante. Lo mismo aplicará luego para la Nación. Con responsabilidad y convicción, el voto va con esperanza y no con odio o resentimiento. Seamos felices de sufragar. Muchas generaciones no lo pudieron hacer. No desperdiciemos ese hecho maravilloso que la democracia nos otorga cada 2 o 4 años, según el caso. Y luego exijamos que esas promesas de campaña se transforman en realidad.