Cada año, la poda de las plantaciones de vid en todo el mundo genera más de 2 toneladas de residuos orgánicos por hectárea. Estos provienen principalmente de la poda de los Sarmientos o tallos de las vides, que son el soporte para las hojas, zarcillos y racimos.

Por esto, un equipo de investigación del INTA y la Universidad Maza de Mendoza confirmaron los beneficios de utilizar sarmientos en el proceso de crianza de vinos Chardonnay y Bonarda. El proceso de investigación comenzó hace 4 años.

Uno de los integrantes del equipo es Martin Fanzone, integrante del INTA, quien en diálogo con Gente Necesaria dijo que evaluaron los recursos con los que contaban para obtener un producto diferenciado y darle valor agregado.

“Tanto la elaboración como la crianza, se debe hacer en un recipiente inerte, como es el roble para garantizar que el vino transite las modificaciones químicas que garanticen su estabilidad”, explicó. En este marco, el precio del roble, madera importada, dificulta la viabilidad económica de la producción.

Según arrojó el estudio, la incorporación de los sarmientos da un gusto amaderado del vino como también resultados muy interesantes desde su olor hasta su color. Todo esto a bajo costo, con poco impacto ambiental y fomentando el proceso circular.

Dijo que realizan investigaciones aplicadas para trasladar el desarrollo al pequeño productor.

Por otra parte, señaló que Argentina se posiciona en el mundo con un consumo bastante estable y se encuentra en una meseta que se estima crecerá en materia de exportación. “Ahora se produce vino en todo el país como es el caso de Córdoba. Eso es muy bueno porque se incorporan variedades, diversifica la producción y satisfacen nuevos hábitos de consumo de los jóvenes”, concluyó.