Ojo de cerradura
Edición del 23 / 11 / 2024
                   
21/04/2024 11:26 hs

Wos estrenó su disco en Racing con Natalia Lafourcade de invitada y la bendición del Indio Solari

- 21/04/2024 11:26 hs
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De la presentación de Descartable también participaron Ca7riel y Dillom como sorpresas de un show que duró más de dos horas


Avellaneda era una fiesta. Parrillas humeantes, heladeritas rebosantes, remeras truchas, grupitos de amigues, familias enteras, música escupida por los autos que pasaban, bondis que se vaciaban de manera repentina. ¿Fútbol? No. En esta apacible noche de sábado de abril quien convocaba era Wos, en su segunda excursión en una cancha (la primera había sido Argentinos Juniors en el 2022) para estrenar las canciones del flamante Descartable, su tercer álbum de estudio.

La luna apenas se dejaba ver, blureada por la bruma. Y del lado de adentro del estadio Presidente Perón, sede del Racing Club, una melodía misteriosa, incidental, se expandía por la ciudad y generaba una sensación de infinito haciendo juego tanto con lo que proponía el cielo como también con la escenografía gris chapa: ¿un acorazado inmerso en un naufragio, una fábrica a la deriva? Por encima de la estructura, una pantalla rectangular con grano cinematográfico igualaba la visual tanto a los que colmaron el campo como a los que se sentaron en las plateas altas y del fondo.

El rapper entró en modo cantante para arrancar el show con las tres primeras del álbum nuevo: “Nuevas coordenadas”, “Descartable” y “7/8″. Si bien en varios momentos del trabajo entona una especie de beboteo de dientes apretados, para la puesta en escena abrió la boca como siempre y para poder largar su flow áspero, a cable pelado.

En esta nueva era, además, amplió su paleta sonora con toques indie pop e incluso vestigios nümetaleros a cargo de la banda (los “animalitos” Tomás Sainz en batería, Mariano Tiki Cantero en la percusión, Natasha Iurcovich con el bajo, Ivanna Chipi Rud en guitarra, Francisco Azorai en teclados y Facundo Yalve -Evlay para los amigos, en guitarra), que en el comienzo estaba oculta por una pared de luces, mientras Wos era perseguido por una steady-cam al estilo Rosalía: el rostro y los movimientos de Valentín Oliva -tal es su nombre real- se imprimían de manera icónica en la pantalla de alta definición y el efecto “cine” se amplificó especialmente cuando a los temas “Lleno de zafiros” y “Morfeo” les agregaron los subtítulos de sus respectivas líricas.

Luego entró un trío de vientos para darle cuerpo a un segmento funky que comenzó con “Puaj”, siguió con la clásica “Fresco” y terminó de explotar con “Niño Gordo Flaco”, con Ca7riel haciéndose carne para entonar los versos y mandarse un solo de guitarra explosivo pisando la pasarela que conectaba con el pogo para activar unos fuegos artificiales que colorearon el horizonte pero no detonaron. A esa intensidad le siguió la molotovesca “Que se mejoren”, la cual Wos introdujo como “un mantra para quien consideren que lo merezca”. El track funcionó como caja de resonancia ante los múltiples cánticos contra el gobierno actual, que se escucharon en distintos sectores del Cilindro de Avellaneda durante muchos momentos de la noche.

La distorsión se apagó por un rato y ni bien Evlay tiró en la guitarra electroacústica el primer acorde de “Arrancármelo”, un suspiro coral rebotó por todo el estadio y erizó la piel. En una época musical en la que abunda la banalidad, lo guarro y el discurso meritócrata disfrazado de autosuperación, hay una multitud que agradece cuando hay quien apueste a la ternura. Las linternas de los teléfonos resaltaron los versos desgarrados y redondearon un gran momento de intimidad en un marco de multitud. “Gracias por la calidez, loco”, devolvió Wos.

Luego de su habitual freestyle de beatboxing en duelo con la batería y la percusión, el rapero soltó unas rimas improvisadas sobre una base musical que armó la banda y que pareció una canción escapada de Último bondi a Finisterre, el álbum que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota presentaron en este mismo estadio en diciembre de 1998. Esa fue la contraseña que habilitó el momento ricotero de la noche, amplificado en “Luz Delito” y, un rato después, en “Quemarás”, la canción que grabó con Carlos El Indio Solari para su nuevo álbum.

Los versos del Indio sonaron desde una pista, pero en el medio de la canción apareció la figura del histórico cantante en tres dimensiones: primero, apenas su mirada blindada con sus clásicos anteojos negros; luego su rostro completo, en un gesto adusto; y, por último, de espaldas, mirando hacia algún lugar que aún desconocemos. Desde una de las plateas colgaba un trapo que juntaba las caras del rapero y el rockero con la frase “cómo no sentirme así” (”Todo un palo”).

“Algo que atraviesa el disco, entre muchas otras cosas, es la necesidad de los rituales, de encontrarse. Desde lo más cotidiano, hasta lo más loco, lo que cada uno considere. Pero son esos rituales propios los que nos conectan con lo importante para cada uno y en tiempos donde se pone tensa la cosa, poder acudir a estos rituales. Y uno de los que quiero vivir es este que estamos construyendo entre todos acá, que estamos haciendo esta noche”, analizó el músico con sentido colectivo y en agradecimiento a su público. Abajo, una chica de unos 15 años, sostenía un cartel hecho a mano que decía “Voy a Wos para revivir”, parafraseando la letra de la emotiva “Alma Dinamita”.

De contrastes estuvo hecha esta noche, decíamos, y eso también quedó de relieve otra vez con los últimos invitados. “¡Salten, hijos de mil putaaa!”, pidió Dillom a los gritos para resaltar el borde punkie de la catártica “Cabezas cromadas” y provocó uno de los pogos más rabiosos. Un rato más tarde, una Natalia Lafourcade descalza trajo desde México toda su candidez para la delicada “La niebla”, que conmovió y sorprendió por partes iguales.

Esa variedad terminó de quedar plasmada en el tramo final del show. “Púrpura”, con la que solía cerrar sus shows, sirvió de introducción a una versión festiva de “Cambiando la piel” que incluyó un freestyle en lugar de los versos de Nicki Nicole. Después, la cadencia bailable de la cumbia rioplatense “Melancolía”, producida por Gustavo Santaolalla, lo puso al rapero en modo Wosidente, quien decidió quedarse en cuero y revolear su sweater de red. Con el aire caliente y después de unos minutos de descanso, “La cochería” y “Canguro” pusieron el punto final que redondeó la conquista de un nuevo estadio y ya permite fantasear con el siguiente.

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