Ojo de cerradura
Edición del 22 / 11 / 2024
                   
08/11/2024 08:48 hs
empezó a caminar y llegó al Everest

"Cuando descubrí que caminando podía calmar mi mente, empecé a caminar más y a desafiarme a mí misma”

Río Cuarto - 08/11/2024 08:48 hs
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Lo dijo María Lucía Bergessio, kinesióloga y fisioterapeuta quien compartió sus aprendizajes sobre el desafío físico y mental de escalar montañas.

María Lucía Bergessio
La kinesióloga y fisioterapeuta María Lucía Bergessio, conocida por su amor por la naturaleza y los deportes al aire libre, nos ofrece una perspectiva única sobre cómo una simple caminata puede transformar nuestras vidas. En diálogo con Micrófono Abierto, Bergessio contó sobre su camino hacia los picos más altos del mundo, desde las montañas locales hasta la cima del Kilimanjaro. "Cuando descubrí que caminando podía calmar mi mente, empecé a caminar más y a desafiarme a mí misma", comentó sobre el inicio de su apasionante travesía.
 
Un desafío que comenzó cerca de casa

 
"Todo empezó cerca de casa, en Alpa Corral", recordó Lucía, haciendo referencia a sus primeras caminatas en la región. Acompañada por su profesora de yoga, Graciela, comenzó a explorar las montañas locales, lo que rápidamente se convirtió en una práctica que no solo despejaba su mente, sino que también la motivaba a seguir superándose. "Vi que la caminata me ayudaba a despejar la cabeza. Es algo que uno no puede explicar, pero los pensamientos rumiantes se van desvaneciendo poco a poco", relató con una sonrisa.
 
Poco a poco, sus caminatas se fueron haciendo más largas y exigentes. Su primer gran reto fue escalar el cerro Champaquí, el techo de Córdoba, y pronto se animó a mayores desafíos, como llegar a Plaza Francia, en el Aconcagua, a 4.200 metros sobre el nivel del mar. "La primera vez que llegué a esos 4.200 metros, la sensación fue indescriptible", explicó. "Es una experiencia que te saca completamente de tu zona de confort, pero también te da una libertad mental inmensa", comentó.
 
 La montaña como escuela de vida
 
Para Bergessio, caminar por la montaña es mucho más que un ejercicio físico; es un proceso profundo de transformación interior. "La montaña te enseña a ser humilde, a reconocer tus límites y a pedir ayuda cuando lo necesitas", asegura. Es en ese espacio donde se pone a prueba tanto el cuerpo como la mente, y donde descubre valores como la solidaridad. "En la montaña aprendes a convivir con personas que no conocías, y te das cuenta de que todos tienen algo en común: la lucha interna, el desafío de llegar al objetivo, y la necesidad de acompañarse mutuamente", afirma.
 
Un momento revelador de esta filosofía de vida ocurrió durante su ascenso al Kilimanjaro en 2023, la montaña más alta de África, ubicada en Tanzania. La experiencia no estuvo exenta de dificultades, como tormentas, frío y nieve inesperada, lo que hizo que la expedición fuera aún más desafiante. "La caminata dura 12 días, y a pesar de las adversidades, llegué con una sensación de paz, sabiendo que todo lo que había hecho había valido la pena, incluso si no alcanzaba la cima", reflexionó.
 
A pesar de no haber logrado llegar al campo base en la primera tentativa debido a las condiciones climáticas extremas, Bergessio no se desanimó. "Aprendí a aceptar que no siempre las cosas salen como uno las planea. En la montaña, también se aprende a escuchar lo que te dice el entorno y a reconocer cuando es hora de detenerse", dice con una humildad que contagia.
 
 El mensaje detrás de la caminata
 
"Lo importante es disfrutar el proceso, no la competencia. La competencia contigo misma es lo que más me interesa", subrayó Bergessio cuando se le pregunta sobre los límites en el deporte. "Es esencial no dejar que la actividad física se convierta en una exigencia. La clave está en encontrar lo que te hace feliz, ya sea correr, nadar, hacer yoga, o simplemente caminar". Para ella, el verdadero objetivo de caminar por la montaña es encontrar la libertad interna y la paz mental. "Cualquiera puede encontrar esa felicidad en lo que más le guste. Lo importante es liberarse de las tensiones cotidianas y conectarse con uno mismo", destacó.
 
En su mensaje final, Bergessio destacó la importancia de la aceptación. "Cada vez que subía una montaña, entendía que no solo se trataba de un esfuerzo físico, sino de aceptar mis propios límites y los de los demás. La montaña me enseñó que el verdadero desafío es ser humilde, pedir ayuda cuando lo necesitas, y saber cuándo es el momento de detenerse y ayudar a otro".
 
Finalmente, María Lucía se despidió con una de las frases más representativas del Kilimanjaro: "Hakuna Matata", que significa "todo está bien, todo fluye". Como ella misma afirmó, la montaña le dejó una enseñanza profunda: "No hay que tomarse la vida tan en serio, todo tiene su tiempo y su momento. Hay que aprender a fluir".
 
Este mensaje es el que Bergessio quiere transmitir a todos aquellos que buscan en la montaña no solo un reto físico, sino una forma de encontrar la paz interior.



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