Benedicto XVI regresó a la Santa Sede y vivirá en el convento Mater Ecclesiae; Francisco le dio la bienvenida.
Una nueva era sin precedente se abrió ayer en la Iglesia: dos papas -uno emérito, Benedicto XVI, y uno en funciones, Francisco- comenzaron a convivir en paz y en armonía en la Ciudad del Vaticano.
Tal como se esperaba, dos meses después de haber dimitido, un Benedicto XVI con aspecto más frágil regresó a la Sante Sede. En la puerta del convento Mater Ecclesiae, el edificio recién restaurado y reestructurado donde vivirá el papa emérito, lo recibió Francisco, el papa argentino, que le dio la bienvenida a casa, sonriente.
Si la imagen de dos papas juntos, los dos vestidos de blanco, uno sin capa y el otro con ella, ya había impactado el 23 de marzo pasado en la memorable visita que el ex arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio le había hecho a su predecesor Joseph Ratzinger en Castel Gandofo, la foto tomada ayer, divulgada por el Osservatore Romano, hizo aún más ruido. Certificaba, por primera vez en la historia, la cohabitación de dos papas en el Vaticano, separados tan sólo por unos metros de distancia, bajo la sombra de la cúpula de San Pedro.
Si el 28 de febrero pasado, día en que se efectivizó la primera renuncia al trono de Pedro en 600 años, Benedicto XVI se fue del Vaticano acompañado por una impresionante transmisión televisiva en directo, su regreso ocurrió sin revuelo mediático. El Vaticano no difundió imágenes en directo del regreso a casa.
El papa emérito, de 86 años, llegó a territorio de la Santa Sede pasadas las 16.45 en un helicóptero privado con el escudo de la gendarmería vaticana (en lugar del helicóptero del ejército italiano que había utilizado a su salida).
Junto con él llegó su secretario personal, monseñor Georg Gaenswein, que pasó los últimos 63 días en Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los papas, a 20 kilómetros de esta capital, y que es también prefecto de la Casa Pontificia.
Benedicto XVI fue recibido en el helipuerto por una delegación de cardenales y obispos encabezada por el decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, e integrada también por el secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone. Pero al llegar a su nueva casa, es decir, al convento Mater Ecclesiae, fue recibido por el papa Francisco.
Fiel a su estilo, éste dejó de lado las formalidades y lo recibió con un abrazo. Un abrazo seguramente parecido al que pudo verse cuando ambos se encontraron por primera vez en Castel Gandolfo el 23 de marzo pasado.
"El papa Francisco le dio la bienvenida con gran y fraterna cordialidad", informó un comunicado del Vaticano. Después, Benedicto y Francisco se trasladaron a la capilla del monasterio para rezar juntos brevemente. "Está contento de regresar al Vaticano, donde pretende dedicarse, como ya anunció él mismo el pasado 11 de febrero, al servicio de la Iglesia a través sobre todo de la oración", señaló el mismo comunicado.
Francisco llamó varias veces por teléfono a su antecesor. La primera vez, enseguida después de haber sido elegido en el cónclave del 13 de marzo. Suele llamarlo en discursos y sermones "venerado predecesor" y, según fuentes del Vaticano, ya lo invitó a pasar el verano en la residencia de Castel Gandolfo, ya que en Roma hace demasiado calor.
Nadie descarta que, vista la informalidad del papa argentino, que ha roto el protocolo decidiendo no ir a vivir al departamento del Palacio Apostólico, sino que se quedó a vivir en el hotel de Santa Marta del Vaticano, pueda ir a visitarlo, a conversar o a rezar con él.
Incluso se especula que la proximidad física que existe desde ayer entre ambos (desde Santa Marta hasta el convento donde vive el papa emérito se demora tan sólo unos diez minutos a pie) podría dar lugar a una colaboración cuyo fruto podría ser la primera encíclica de Francisco, que podría publicarse a fin de año para celebrar el Año de la Fe.
Ratzinger, en efecto, había comenzado a escribir una encíclica sobre la fe, que Francisco podría terminar. No es extraño, por otro lado, que un papa concluya un proyecto iniciado por su predecesor. La primera encíclica del propio Benedicto XVI, "Deus caritas est" (Dios es amor) retomaba un proyecto en el que había trabajado Juan Pablo II en los últimos años de su pontificado, según reveló el cardenal Paul Josef Cordes, presidente emérito del Pontificio consejo Cor Unum.
Benedicto, de nuevo en el Vaticano, seguirá viviendo con su secretario, Gaenswein, y las cuatro memores domini (laicas consagradas del movimiento Comunión y Liberación). En el sobrio monasterio de cuatro pisos ya están en sus bibliotecas los cientos de libros y el piano de Benedicto XVI.
La habitación del papa emérito está en la planta baja, para que no tenga que subir y bajar escaleras. Y también hay un cuarto para Georg Ratzinger, de 88 años, hermano mayor y único pariente vivo de Benedicto XVI.
El Papa aceptó viajar a Israel
El papa Francisco aceptó la invitación de viajar a Israel que le hizo el martes pasado el presidente israelí, Shimon Peres, aunque el Vaticano aún no programó la fecha de visita a Tierra Santa. "Lo espero en Jerusalén, no sólo yo, sino todo Israel", dijo Peres al Papa, después de 30 minutos de reunión. Un comunicado del Vaticano dijo que Peres y el Papa abordaron la reanudación de las negociaciones entre palestinos e israelíes.