La presidenta Cristina Kirchner relacionó ayer la presión sobre el dólar y el estallido de hechos de corrupción con el clima preelectoral y ratificó que no tomará medidas que contradigan su modelo político.
 
Después de las reuniones que mantuvo durante el fin de semana con su equipo económico y los avances en la causa contra el empresario Lázaro Báez y las vinculaciones con la obra pública durante los gobiernos kirchneristas, la jefa del Estado rompió el silencio para relacionar las versiones sobre posibles medidas económicas con la campaña.
 
"Están de vuelta con eso [de devaluar] porque se acerca el período electoral. Es típico: si uno mira, tal vez en algún momento pueda hacer un cuadrito de cuáles fueron los momentos pico, cada vez que hay una elección están, por un lado, la economía y, por otro lado, los escándalos. Es típico de cada elección", sostuvo la Presidenta, en un acto en la Casa Rosada, en el que anunció medidas para incentivar la siembra de trigo.
 
Cristina Kirchner jugó ayer fuerte para descartar una devaluación. A tono con buena parte del Gabinete, que relacionó la suba del dólar paralelo con la presión de un grupo minoritario de poder, la Presidenta rechazó cualquier tipo de movida cambiaria, minimizando el impacto del mercado blue.
 
"Por lo menos mientras yo sea Presidenta, los que pretendan ganar plata a costa de devaluaciones que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar otro gobierno. No con nosotros", planteó, en un claro tono de campaña. A menos de una semana de la convocatoria formal que deberá hacer la jefa del Estado de las elecciones primarias abiertas del 11 de agosto, la jefa del Estado relacionó las versiones de una devaluación para "asustar" a los votantes.
 
Cristina Kirchner sostuvo que la suba del dólar blue buscaba "efectos políticos e institucionales". Para descartar cambios, la Presidenta anunció que no devaluará la moneda.
 
"Tememos diez años de gestión. Todos saben lo que pensamos", argumentó la Presidenta, como prueba de su decisión de no avanzar con controles sobre el mercado paralelo.
 
"De seguir este criterio [de devaluar] de algunos sectores muy chiquitos y muy pequeños que lo impulsan significarían formidables transferencias de ingresos de sectores populares de la mayoría de los argentinos a pequeños sectores concentrados", advirtió la jefa del Estado.
 
De paso, aprovechó para darle un fuerte respaldo al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, sentado en la primera fila y en el rol de apuntador presidencial, a quien ayer defendió de quienes lo acusan de jugar a favor de las grandes cerealeras y exportadoras de granos.
 
Para desterrar las versiones de sus diferencias en la toma de decisiones con Néstor Kirchner, y al borde de las lágrimas, Cristina sostuvo que tenía "las mismas convicciones" que el ex presidente. "Yo soy su compañera y lo seré hasta el día que me muera", abundó, para rechazar las tensiones en el Gabinete por su modo de ejercer el poder.
 
El viernes pasado, la Presidenta reunió a parte de su equipo económico ante la fuerte suba del dólar paralelo, que lo llevó a rozar los 10 pesos. Allí se definió que no se intervendrá en el mercado y la jefa del Estado se encargó de plasmarlo al anunciar que no devaluará. En su defensa, incluso, comparó el atraso cambiario de otros países de la región, como Brasil, Chile y Uruguay.
 
La Presidenta apuntó a los economistas que vaticinan pronósticos de crisis y descargó su malestar, aunque sin nombrarlo, hacia el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández ("El creador del kirchnerismo", se burló Cristina) y al entonces ministro de Economía, Martín Lousteau. Contó que ambos le habían recomendado tomar la decisión de avanzar con la resolución 125 que terminó en el conflicto con el campo porque los productores agropecuarios estaban más preocupados por el trigo y el maíz que por la soja. "Mirá vos el lío que se armó", los culpó.
 
Fuente: La Nación