Cuando Arjen Robben quedó mano a mano con Sergio Romero a un minuto del final del partido entre Argentina y Holanda por la semifinal delMundial Brasil 2014, a medio país se le paralizó el corazón.

Sin embargo, a quien más le latía y más frío de la cabeza estuvo en ese momento fue Javier Mascherano, que se estiró lo que más pudo y con un preciso cruce envió la pelota al tiro de esquina.

Pero, no le salió barata esa acción al emblema anímico de este equipo. "Meee, meee, abrí el ano", dijo el volante central del Barcelona, entre vergüenza y sinceridad.

"Por eso el dolor que sentí después", aclaró el jugador ante la consulta de varios periodistas en la zona mixta.