El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina , ratificó ayer ante el Senado el rumbo económico del Poder Ejecutivo y se jactó de la infalibilidad de las políticas adoptadas por las administraciones kirchneristas desde 2003 hasta la fecha, al afirmar que el Gobierno no ha registrado fracasos en lo que calificó, acorde con el eslogan de la Casa Rosada, como "década ganada".
 
"Nosotros no escondemos los fracasos presentes porque no tenemos fracasos", afirmó Abal Medina en respuesta al senador Ernesto Sanz (UCR-Mendoza), quien lo había acusado de "esconder en los logros del pasado los fracasos del presente".
 
De hecho, los 47 minutos de la exposición inicial del jefe de Gabinete se centraron en destacar los logros del Gobierno a partir de la comparación de varios indicadores (salario mínimo, pobreza, producción industrial, PBI) entre el año 2003, cuando el kirchnerismo llegó al poder, y el año 2012.
 
A la hora de las preguntas, la oposición cargó con varios temas controvertidos para el Poder Ejecutivo. Pero Abal Medina eludió las cuestiones más peligrosas, no respondió sobre las denuncias de corrupción que salpican al corazón del proyecto kirchnerista y se refugió en las cifras oficiales para rechazar los cuestionamientos por temas tan sensibles como el proceso inflacionario o el crecimiento que, según estadísticas privadas, viene registrando la pobreza.
 
Así, el jefe de Gabinete replicó a la preocupación de Laura Montero (UCR-Mendoza) por el "desconocimiento del proceso inflacionario que registra el Gobierno, lo cual desvirtúa todos los indicadores" con el argumento de que no es el Poder Ejecutivo el que fija los precios. "Los que fijan los precios son los empresarios, eso lo sabe cualquiera", aseguró.
 
Abal Medina fue más allá y apeló a la teoría de la conspiración para explicar cuestiones ríspidas. "En la Argentina, hay algunos empresarios que pretenden aprovechar todas las cosas positivas que hemos hecho y en vez de invertir más para tener una mayor oferta de bienes recurren a esa vieja cuestión argentina de aumentar precios", acusó.
 
La misma teoría esgrimió para adelantar que no estaba dispuesto a responder sobre la transparencia de las administraciones kirchneristas. "No vengo a informar acerca de operaciones mediáticas ni tampoco acerca de cuestiones que están resolviéndose en la Justicia", advirtió al responder sobre las denuncias de lavado. Y añadió: "No pienso prestarme al culebrón de la política".
 
Abal Medina cerró su informe inicial denunciando que el Gobierno es víctima "de las mismas campañas de desprestigio que sufren otros líderes populares de la región", tras lo cual demostró que el inexorable acercamiento del final del mandato presidencial es un tema que lo incomoda. "Escuchamos a un coro de medios hegemónicos y de seudopitonisas y poetas del fracaso que nos auguran un final de un ciclo", se quejó.
 
Boudou, incómodo
 
A pesar de que el centro de la sesión era el jefe de Gabinete, fue el vicepresidente Amado Boudou el que protagonizó el momento más tenso de la extensa jornada.
 
Ocurrió cuando la radical Montero recordó que la impresora Ciccone Calcográfica había sido expropiada por ley "para tapar todo lo que estaba detrás" mientras dirigía su mirada hacia Boudou. Sorprendido por la mención, el vicepresidente le devolvió la gentileza con un gesto inquisidor -hasta ayer nadie lo había interpelado sobre este tema en el recinto-, que la senadora no esquivó. "Sí, lo miro a usted, presidente, lo miro a usted", insistió Montero.
 
Como ocurrió en mayo del año pasado, Abal Medina volvió a poner en aprietos al oficialismo al remitir, con las respuestas por escrito de la oposición, un material sin advertirle antes a la bancada kirchnerista. En aquella oportunidad, fue el contrato de la ex Ciccone Calcográfica con la Casa de Moneda. Ayer, se trató de un informe confidencial sobre el proceso de radarización elaborado por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.
 
Esto motivó un pedido del radical Sanz para realizar una sesión secreta para debatir el tema, que puso a Miguel Pichetto, jefe de la bancada oficialista, en la incómoda situación de admitir que desconocía el contenido del documento y, por lo tanto, rechazar la petición.
 
El balance de la presentación del jefe de Gabinete fue negativo para la oposición. "No hubo respuestas para los temas centrales de un país que tuvo durante ocho años un crecimiento a tasas muy altas, inédito en la Argentina, y que hoy muestra un claro signo de agotamiento", afirmó el socialista Rubén Giustiniani (Santa Fe). La peronista disidente Liliana Negre de Alonso (San Luis) también fue lapidaria: "La exposición que realizó me hizo acordar a la del equipo económico, que no reconoce que la devaluación la está haciendo el Gobierno", sentenció.
 
Dura crítica de Foreign Policy al blanqueo
 
La prestigiosa revista norteamericana Foreign Policy advirtió que el plan de Cristina Kirchner es "salvar la economía a través del lavado". Así, denunció que el Gobierno ha decidido actuar al margen del Estado de Derecho y de las normas internacionales. La revista norteamericana, que es una voz autorizada en política internacional, publicó un artículo muy crítico de la gestión de Cristina Kirchner y de la recientemente promulgada ley de blanqueo de capitales, a la que calificó como un "delirante plan para salvar la economía a través del lavado de dinero". Además, señaló que la ley de blanqueo permite ingresar al país moneda extranjera no declarada para aliviar "la autoinfligida caída libre de su economía".
 
Fuente: La Nación