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08/06/2013 12:37 hs

Obama estuvo obligado a justificar el espionaje

Internacionales - 08/06/2013 12:37 hs
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Tras los escándalos de las escuchas telefónicas, el presidente de EEUU desplegó una enérgica defensa de la intromisión del gobierno en la vida privada, necesaria, aseguró que fue para protegerse del terrorismo.

Con su credibilidad golpeada , desplegó un monólogo de 15 minutos para defender su política de seguridad nacional, luego de que se conocieron dos programas desplegados por la Casa Blanca para vigilar las conversaciones en Internet y por teléfono.
 
Pero mientras muchos descargaban en las redes sociales su resignación a la pérdida de intimidad, fuera de Estados Unidos despuntaban las protestas ante otra revelación que el presidente se vio obligado a abordar: la vigilancia no sólo alcanza a los estadounidenses, sino también a los extranjeros.
 
"Es importante reconocer que no se puede tener 100% de seguridad y también tener 100% de privacidad y ningún inconveniente", justificó Obama desde California, donde viajó para recibir al presidente de China, Xi Jinping, que visitó el país.
 
Desafiante, afirmó que la gente podía quejarse del Gran Hermano -justo un día antes de que se cumpliera otro aniversario de la publicación de la novela 1984-, pero les garantizó a los estadounidenses (y al mundo) que su gobierno había alcanzado "el equilibrio adecuado".
 
Es todavía una incógnita qué es lo que escuchan, miran o leen los agentes del FBI y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés), que capturaron registros telefónicos a través de Verizon y se metieron en los servidores de Google, Facebook, Microsoft, Yahoo, Apple y Skype, entre otras empresas, para analizar mensajes, conversaciones, videos y documentos.
 
"Nadie escucha las conversaciones de la gente o lee correos electrónicos de ciudadanos estadounidenses o residentes de Estados Unidos", afirmó Obama. Una a una, las empresas líderes de Silicon Valley intentaron deslindarse del monitoreo oficial, al señalar, en comunicados similares, que no habían entregado información -salvo pedidos específicos-, y que "respetaban" o "protegían" la privacidad de sus usuarios.
 
Pero tampoco sobre esto había ayer garantías sólidas. Obama dijo que, tras su llegada a la Casa Blanca, los programas de vigilancia se revisaron, y que se pusieron nuevos controles y salvaguardias. Según The Washington Post, uno de los diarios que destaparon el escándalo, el monitoreo está diseñado para generar "por lo menos un 51%" de confianza en que el blanco es un extranjero. "No es una prueba muy exigente", ironizó el periódico.
 
Washington cerró filas detrás del presidente, que reiteró los mismos argumentos que ya habían ofrecido legisladores demócratas y republicanos: los programas son claves en la lucha contra el terrorismo, son legales, y están autorizados y monitoreados por la justicia y por el Congreso.
 
"Si la gente no puede confiar no sólo en el Poder Ejecutivo, sino tampoco en el Congreso y en los jueces federales para asegurarse de que estamos obedeciendo la Constitución, el debido proceso y el imperio de la ley, entonces vamos a tener un problema", advirtió Obama. Fue un reconocimiento implícito a las dudas que azotan ahora a Washington, y que amenazan con quitarles legitimidad a su gobierno y a la política exterior y de seguridad de Estados Unidos.
 
MALA IDEA
 
"Nunca hemos permitido que las agencias del gobierno sean capaces de hacer esto. No está claro que haya sido constitucional, y ciertamente no es una buena política", dijo a LA NACION Ilya Shapiro, constitucionalista del Instituto Cato, un centro de estudios de Washington. "Puede traer problemas diplomáticos. Estoy seguro de que no a todos los países les gusta la idea de tener a la NSA monitoreando a sus ciudadanos", evaluó.
 
Un país no tiene problemas: Gran Bretaña, que lleva adelante un programa gemelo, en asociación con la NSA, según reveló The Guardian, el otro diario que ventiló las operaciones de espionaje.
 
En un intento de retomar la iniciativa, Obama le dio una bienvenida poco creíble al debate sobre la política de seguridad y la privacidad, al afirmar, sin ocultar su molestia por la filtración, que era una discusión "sana" para la democracia y un signo de madurez.
 
"Hace cinco o seis años, no podríamos haber tenido este debate", sostuvo el presidente.
 
Ezra Klein, columnista de The Washington Post y una de las voces progresistas más reconocidas del país, dijo que si la Casa Blanca quisiera el debate, habría ventilado los programas de vigilancia hacía tiempo.
 
Obama, escribió Klein, hizo todo para evitar que el debate sucediera. "Puede, incluso, meter en la cárcel a los que crearon este debate. Al menos, claro, que haya sido él quien lo hizo", resumió.
 
DETIENEN A UNA ACTRIZ EN TEXAS
 
Una actriz de Texas, embarazada, que dijo a agentes del FBI que su marido había enviado cartas contaminadas con ricina -una sustancia venenosa que puede ser letal- al presidente Barack Obama y al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, fue arrestada porque presuntamente fue ella quien envió las cartas, dijeron ayer autoridades policiales.
 
No se sabe aún qué cargos serán presentados contra Shannon Guess Richardson, de New Boston, Texas, madre de cinco hijos, que tuvo papeles menores en programas de televisión. Dos oficiales confirmaron la detención de la mujer, de 36 años, pero hablaron bajo condición de anonimato, porque no estaban autorizados a hablar públicamente mientras la investigación está en curso.
 
Las cartas, que eran anónimas y fueron enviadas el mes pasado, hacían referencia al debate sobre el control de armas en Estados Unidos. Una tercera misiva, que también contenía ricina, fue enviada al director de Mayors Against Illegal Guns, un grupo fundado por Bloomberg que ejerce presión para que se promulguen leyes más estrictas sobre el control de armas.


Fuente: LA NACION

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