Nacido en agosto de 1995, alcanzó su pico de popularidad en 2002, impulsado por el dominio de Microsoft en el mercado de las PC: ahora le toca jubilarse y darle elpaso al proyecto Spartan.
En breve, el Internet Explorer, alguna vez rey indiscutido de la Web, será puesto en animación suspendida por Microsoft. Su eclipse, que posiblemente dure todavía varios años, dará paso a un nuevo navegador, que por ahora sólo tiene un nombre en código: Proyecto Spartan. La desaparición del Explorer se explica por su bajo nivel de adopción, que a su vez está en relación directa con una serie de fenómenos que han venido ocurriendo desde que nació ese vasto sistema de hipertexto conocido como Web (hoy, por las apps y otros servicios, Internet es mucho más que la Web). Por eso, para entender las causas de este final hay que retroceder 20 años. En 1995, la Web estaba, literalmente, en pañales. Sólo dos años antes, el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) había donado este sistema de hipertexto, desarrollado por el británico Tim Berners-Lee, a los usuarios de Internet. Podrían usarlo libremente y sin cargo. Pero se necesitaba un navegador, también conocido como browser.
Así, quien dominara el mercado de los navegadores dominaría la Web. Hoy sabemos además que quien domina la Web domina Internet. El primer navegador se llamó WorldWideWeb y también fue obra de Berners-Lee, pero cuando la Web quedó en el dominio público surgieron varias alternativas. La que popularizó la Web gracias a su sencillez de uso fue Mosaic, creado por el Centro Nacional de Aplicaciones para Supercomputación de Estados Unidos. Allí trabajaba el estudiante de ingeniería Marc Andreessen, que, entre otras cosas, había participado de la creación del Mosaic.
Al graduarse, en 1993, Andreessen se mudó a California e inició, por sugerencia del histórico emprendedor Jim Clark, su propio navegador, al que llamó Netscape y cuya versión 1.0 salió en diciembre de 1994. Faltaba algo menos de un año para que las conexiones de Internet para particulares llegaran a la Argentina. Así pues, para muchos, el primer contacto con esa novedosa experiencia de Internet fue por medio del Netscape.
El éxito del Netscape fue fenomenal y llamó la atención de un gigante, Microsoft. Dispuesto a quedarse con el control de Internet, la compañía cofundada por Bill Gates produjo su propio navegador y lanzó la primera versión en agosto de 1995. Empezó así lo que se conoce como la primera guerra de los browsers. La ganó -era inevitable- Microsoft, que contaba con recursos prácticamente inagotables y, por si esto fuera poco, dominaba por completo el mercado de los sistemas operativos para PC con Windows. A partir de la versión 4 del Internet Explorer, la compañía lo integró a Windows y así consiguió imponerse al Netscape. En 2002, el Internet Explorer era usado por el 96% de las personas que visitaban la Web.
Veinte años después, no queda casi nada de esa gloria y el browser de Microsoft sólo conserva un flaco 8 por ciento. El nuevo rey es Chrome (62,5%), con Firefox, que heredó el código de Netscape, en segundo lugar (22,9%).
Una serie de hechos cooperaron para destronar al Internet Explorer. En primer lugar, su propia supremacía hizo que Microsoft se volviera demasiado complaciente. La innovación fue su primera víctima. La segunda, la velocidad. Además, de las cenizas del Netscape surgió el Firefox, que añadió nuevas características e hizo hincapié en la velocidad. Rápidamente, desde 2004, el ícono del zorrito rojo empezó a desplazar a la "e" del Internet Explorer. Y lo peor estaba aún por venir.
Google lanzaría su propio navegador en 2008. Como Microsoft con Windows, el buscador echó mano de su omnipresencia en la Web para imponer su navegador. Con Android, a partir de 2008, Google se quedaría también con buena parte del mercado de la movilidad, que Microsoft, bajo el mando de Steve Ballmer, sucesor de Bill Gates, había perdido casi por completo.
Las estadísticas varían bastante de acuerdo con el método de medición que se emplee, pero Microsoft sabe que el Internet Explorer se ha vuelto irrelevante. Y ya se sabe lo que ocurre con los productos irrelevantes en el impiadoso universo de estas tecnologías. El Internet Explorer es historia.
Sin embargo, según dijo Microsoft a la nacion, el Internet Explorer seguirá disponible en el nuevo Windows (el 10) y continuará dándoles soporte a las empresas y usuarios que así lo requieran. No le queda más remedio, en rigor.
A REY MUERTO, REY PUESTO
El Internet Explorer ya tiene sucesor, por supuesto. Se llama Proyecto Spartan (todavía debe recibir un nombre definitivo) y sólo será compatible con Windows 10 y siguientes. Ésta es una de las razones por las que Microsoft no puede simplemente borrar del mapa el Internet Explorer. El nuevo Windows -cuya actualización desde las versiones 7, 8 y 8.1 será gratis durante un año- no saldrá sino entre junio y septiembre. Spartan, además, abandona una serie de tecnologías web. Por eso, aunque será el navegador predeterminado en todos los Windows 10 (sí, también en los móviles), habrá sitios que seguirán requiriendo el Internet Explorer. O cualquier otro browser, para el caso.
Pero la compañía está poniendo muchas fichas a Spartan y se ha ocupado desde enero de difundir sus nuevas características. En primer lugar, tendrá un aspecto renovado, aunque conservará la barra de direcciones que, desde el Mosaic para acá, caracteriza a los navegadores. Eso sí, la barra de direcciones tendrá integrado a Cortana, el asistente de voz de Microsoft. También es nuevo el componente que dibuja las páginas en la pantalla, conocido en la jerga como motor de renderizado.
Spartan tendrá, además, varios "modos". En uno de ellos, el usuario podrá dibujar y anotar -a mano alzada sobre una pantalla táctil- en las páginas web. También será posible agregar notas con el teclado, un poco como se hace en Word. Asimismo, será posible seleccionar y compartir sectores de esa página con otras personas mediante redes sociales, correo electrónico y otros servicios en línea y aplicaciones de gestión de contenido, como Evernote.
En el modo de lectura, el navegador convierte el sitio en algo más parecido a las páginas de una revista, aspecto que puede personalizarse.
En tercer lugar, Spartan ofrecerá la posibilidad de guardar contenidos en una "lista de lectura" que será común a todos los dispositivos del usuario y que podrá accederse también cuando no haya conexión con Internet.