El prestigioso ingeniero espacial Pablo de León, único representante del país en la NASA, diseñó el prototipo NDX-1. El "space suit" ya pasó de manera exitosa las pruebas de la agencia espacial. Su historia.
Desde que a finales de los 50, el Sputnik ruso surco el cielo y comenzó la carrera espacial por llegar a la Luna, Marte se convirtió en la vedette preferida de la ciencia ficción. Cientos, sino miles de películas, libros y hasta canciones soñaron con algún día colonizar el Planeta Rojo.
Ese momento está cada vez menos distante y en eso, Pablo de León, un argentino amante de la historia tiene mucha responsabilidad.
De León estuvo al frente de la creación del traje prototipo NDX-1, que la Agencia Espacial de los Estados Unidos (NASA) sometió a una serie de pruebas y controles en el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, y fue seleccionado para ser utilizado por los astronautas en los primeros vuelos a Marte.
La Asociación Argentina de Tecnología Espacial (AATE) informó que el traje de de León pasó todas las "exigentes pruebas con un resultado exitoso".
Nacido en Cañuelas hace 51 años, de León es doctor en historia, recibido en la Universidad de San Andrés, aunque su carrera profesional se encuentra lejos de las ciencias sociales. Luego, se recibió ingeniero aeroespacial y hace ya veinte años que trabaja para la NASA.
El también fundador de la AATE desarrolló en 2009, junto a su equipo, un primer módulo habitable para Marte.
"Hace dos décadas trabajo como ingeniero aeroespacial, la mayoría del tiempo en los Estados Unidos, y mi especialidad ha sido en todos estos años el desarrollo de trajes espaciales para la NASA. Realicé gran parte de mi formación en los Estados Unidos", explicó de León.
El prototipo fue subsidiado por la NASA y protegerá a los astronautas de la fría atmósfera marciana y de las tormentas de polvo que se registran en el planeta. Para testearlo el traje fue testeado en diversos climas extremos del mundo, tanto en el desierto de Estados Unidos, Australia y en la Base Antártica Marambio.
En diálogo con Infobae sostuvo que los trajes "tienen que ser livianos y a la vez resistentes, para preservar la salud del astronauta y permitirle moverse, agacharse, agarrar cosas, hacer bien el trabajo".
Claro que vestirse para un viaje de este tipo no es gratis: aun cuando la información no es pública, De León se anima a cotizar los trajes en "varios millones de dólares; el costo de mantener a un ser humano vivo en el espacio".
"El diseño de un traje espacial es algo que lleva su tiempo", dijo de León a la agencia Telam. Y agregó: "Normalmente se necesitan dos o tres años para pasar de concepto preliminar a un prototipo de traje espacial en prueba preliminar".
La semana pasada, un grupo interdisciplinario de científicos de la NASA realizó diversos experimentos en el Laboratorio de Regolito Lunar Simulado, Florida, una cámara especial que permite realizar pruebas en condiciones similares a las de otros planetas.
Este laboratorio posee un suelo con la misma textura del polvo lunar y soporta perfectamente la comparación con los materiales que existen en suelo marciano, razón por la cual se utilizó el NDX-1 para manipular herramientas utilizadas en los vuelos a la Luna y se analizó su posible aplicación en Marte, informó la AATE en un comunicado.
Según Charles Bolden, administrador de la NASA, el hombre llegará al planeta rojo en 2030: "Solo las personas pueden llegar a Marte. Los robots no razonan, no pueden hacerlo ellos por sí solos. Tenemos muchos buenos robots y pueden hacer muchas cosas mejor que nosotros, pero no razonan ni pueden tomar decisiones éticas. Hay decisiones que tienen que tomar las personas y que son, justamente, si es posible llevar personas a Marte"
"Se les puede enseñar a los robots a cometer los errores que nosotros cometemos y a resolverlos. Van a encontrar cosas en el planeta y mandar los datos a la Tierra, pero somos los seres humanos los que vamos a analizar estos datos y los que haremos los descubrimientos. Necesitamos tener seres humanos en la superficie de Marte. No podemos preguntarle a un robot si se puede sostener la vida en Marte. Es un ser humano el que tiene que correr ese riesgo", reflexionó Bolden en un encuentro realizado en la Universidad de San Andrés, en febrero último.