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18/02/2016 08:46 hs

Neandertales y 'sapiens', una historia de amor de hace 100.000 años

Internacionales - 18/02/2016 08:46 hs
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Las cuatro especies humanas se aparearon.

El mundo era muy diferente entonces. Varias especies humanas se repartían los continentes. Los neandertales poblaban Europa y parte de Asia. Los Homo sapiens dominaban en África. Y otras especies, como el Homo erectus o el hombre de Flores, habitaban en Oriente. No hace tanto de aquello, menos de 150.000 años, un suspiro en términos evolutivos o geológicos, pero todo un mundo si cerramos el foco hacia la historia de la evolución humana más reciente. Aquellos reinos de Taifas no eran estancos y las distintas poblaciones migraban en busca de mejores territorios empujados por los rigores del clima. Durante las glaciaciones, cuando el hielo del Ártico bajaba hasta la latitud de la península Ibérica, las distintas especies euroasiáticas buscaban refugio en las áreas más cálidas del sur. Pero también el Sáhara se tornaba más árido durante estos periodos -aunque no tanto como el Sáhara que conocemos hoy en día-, lo que incitaba a las poblaciones que lo habitaban a probar suerte más al norte. El encuentro estaba servido. Y eso mismo es lo que sucedió hace 120.000 años, durante el inicio de la última edad de hielo europea, conocida como Würm. En aquella época neandertales y humanos modernos compartían territorio en el suroeste asiático, y en ocasiones también relaciones íntimas.

Desde la publicación del primer borrador del genoma neandertal en 2010, los investigadores ya sabían que ambas especies se entrecruzaron y que, de hecho, una parte de la información genética de los europeos y asiáticos actuales contiene algo menos de un 3% de ADN neandertal. Pero se pensaba que esos encuentros sexuales no se habían producido hasta hace entre 47.000 y 65.000 años. Ahora, gracias a una investigación recién publicada en la revista Nature, sabemos que también se produjeron cruzamientos entre ambas especies en aquel mundo glacial hace 100.000 años, cerca de 40.000 años antes de lo que se creía hasta ahora. Además, el trabajo documenta por primera vez la presencia de ADN deHomo sapiens en los neandertales.

"La clave del trabajo es que se ha encontrado flujo genético en sentido contrario al que ya conocíamos y claramente anterior", explica a este diario Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona y uno de los autores del trabajo. Y el porcentaje del genoma de sapiens presente en neandertal está en el mismo orden de magnitud que el ya conocido neandertal en las poblaciones europeas modernas. "El porcentaje no sería mayor de un 1% ó un 2%", según Sergi Castellano, líder del Grupo de Anotación Genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y autor principal de la investigación.

El equipo científico ha analizado los genomas neandertales disponibles procedentes de las cuevas del Sidrón en Asturias, de Vindija (Croacia) y de las montañas de Altai, en Siberia y las ha comparado con los humanos modernos que menos 'contaminación' genética tienen de otras especies, los africanos.

"Tratábamos de ver si se podían encontrar regiones en el genoma neandertal de Siberia que se pareciesen a las de los humanos. Ya sabíamos que los no-africanos contemporáneos tenemos trazas de neandertales en nuestro genoma, así que estos no eran demasiado útiles. Por eso usamos genomas de humanos contemporáneos de todo África para identificar mutaciones que estuvieran presentes en todo ellos. Y algunas de esas mutaciones también ocurren en regiones del genoma del neandertal de Altai, lo que indica que hubo entrecruzamiento", explica Martin Kuhlwilm, primer firmante del trabajo e investigador del IBE de Barcelona, aunque realizó este trabajo cuando pertenecía al Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Lo que no consiguieron encontrar fue esta presencia de ADN humano en las otras muestras de Europa occidental. La secuenciación del cromosoma 21 de restos procedentes de El Sidrón y de Vindija señalan que los neandertales europeos no tenían genes de Homo sapiens, al menos en ese cromosoma. La explicación podría tener que ver de nuevo con el azote de las condiciones climáticas. "Esta estructuración Este-Oeste, esta separación de poblaciones, podría deberse a que el mar Caspio se volvió una barrera natural insalvable en aquella época debido al efecto de los máximos glaciales", explica Lalueza-Fox.

"El mérito de este trabajo es doble", para Tomás Marqués-Bonet, líder del grupo de Genomica comparativa del Instituto de Biología Evolutiva (UPF/CSIC), investigador ICREA y coautor del trabajo. "Primero, se expande la información genética que tenemos de varios Neandertales, añadiendo la información del cromosoma 21, el más pequeño, de el Sidrón y de Vindija. Comparado con el genoma entero del Neandertal de Altai hemos visto por primera vez, trozos del genoma neandertal que provienen de humanos más antiguos (unos 100,000 años), cuando hasta ahora se pensaba que los humanos y Neandertales no se cruzaron mas allá de los 50.000 años". 

Los investigadores han logrado averiguar cuándo se produjo ese cruzamiento gracias al análisis de las secuencias genéticas de ambas especies. De forma resumida, se podría decir que en cada generación se mezclan los fragmentos cromosómicos que provienen del padre y de la madre, lo que va alterando la longitud de dichos fragmentos. Y midiendo la longitud de los mismos, los genetistas son capaces de atribuir una fecha a dicho cruzamiento entre ambas especies. Por este motivo sabemos ahora que ocurrió hace 100.000 años, durante la primera salida de humanos modernos fuera de África.

Sin embargo, el conocimiento que tenemos de la evolución humana reciente sigue siendo muy limitada. Es cierto que los resultados indican que sólo hubo intercambio genético con los neandertales de Siberia, pero el reducido número de muestras podría estar condicionando los resultados. "Sólo tenemos material genético de 13 neandertales, para tener una panorámica completa harían falta más. Creo que estos cruzamientos han ocurrido múltiples veces y han sido más frecuentes de lo que pensábamos", opina Carles Lalueza-Fox.

"Estos descubrimientos tienen una clara implicación en el modelo evolutivo. Sabíamos desde hacía décadas que hubo una salida temprana de sapiens fuera de África, por los restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhul y Qafzeh. Pero al no tener más datos paleontológicos, esta salida fue considerada por muchos como una migración fallida, al no haber ido más allá del Próximo Oriente", asegura Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales y coautor del estudio, en una nota enviada por el CSIC.

El estudio revela diferencias entre las dos poblaciones neandertales del Este y el Oeste, y gracias a las técnicas de datación genómica también ha permitido saber a los investigadores el tiempo que permanecieron separados ambos grupos. "Hemos comparado la divergencia de las dos poblaciones neandertales del Este y el Oeste y nos ha permitido saber que los dos grupos estuvieron separados durante unos 110.000 años", explica Lalueza-Fox.

La investigación tiene, además, una profundidad comparativa más allá de las relaciones sapiens-neandertal. "Nuestro grupo ha participado en el estudio comparando los genomas de neandertales con los de los grandes simios para comprobar hasta qué punto el declive poblacional de los grandes simios actuales muestra parecidos con los neandertales de Siberia. Y la respuesta es que muestran patrones géneticos muy parecidos", concluye Tomás Marqués-Bonet.

El Mundo 

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