No hubo declaraciones oficiales luego de las denuncias sobre el circuito de dinero ilegal que gira en torno al empresario oficialista Lázaro Báez, avalado por Kirchner. Desconcierto en la Casa Rosada.
Como siempre hizo con los temas que lo incomodan, el Gobierno reaccionó con el silencio ante el cóctel de denuncias por presunto lavado de dinero, giros al exterior de plata sucia y creación de sociedades en paraísos fiscales que involucra a Lázaro Baéz, el empresario kirchnerista más emblemático, amigo de Néstor y Cristina Kirchner y que de la mano del primero pasó de empleado bancario a magnate de la obra pública santacruceña.
No quedaba clara ayer cuál será la estrategia defensiva del Gobierno en un caso que genera fuerte impacto en las filas oficialistas. Cristina Kirchner no bajó instrucciones y en un tema tan delicado, los funcionarios no abrieron la boca y tampoco quienes actúan de voceros informales del kirchnerismo, acaso a la espera de un llamado de Cristina o, lo que es más frecuente, que “habilite” un tema al mencionarlo en sus discursos desde el célebre atril de la Casa de Gobierno.
Las excepciones fueron pocas. El diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel minimizó las denuncias y buscó restarles entidad política: “No es un tema político para que yo lo trate con seriedad”, sostuvo. El jefe del bloque de senadores K, Miguel Angel Pichetto, por su lado, consideró que “la Justicia tendrá que intervenir” en las denuncias contra Báez pero se apuró en descartar que Kirchner “haya tenido algún tipo de participación”.
Al menos en las primeras horas, para atemperar el impacto, el Gobierno buscó que en medios “amigos” se farandulizara el tratamiento, poniendo el énfasis en la pareja de Leonardo Fariña -el “valijero” y en rigor un personaje menor de la historia- con la modelo Karina Jelinek.
Según versiones, la Presidenta enfureció en Olivos ante el tenor de las revelaciones y los testimonios de la investigación de Periodismo para Todos del domingo. Cristina reaparecerá en público esta tarde en la Casa de Gobierno, en un acto con la Secretaría de Ambiente (ver aparte). Se estima igualmente que evitará referirse al tema, una estrategia que suele repetir en los primeros momentos de las crisis.
Ayer llegó a la Casa Rosada hacia las seis de la tarde. Recibió a algunos funcionarios y tuvo dos audiencias: con directivos de la empresa Direct TV, que le anunciaron inversiones por u$s 22 millones en un centro de distribución de imágenes en Martínez; y con el patriarca maronita de Antioquía, el cardenal libanés Bechara Boutros Rai, de visita en la Argentina.
Esta será una semana corta de la Presidenta en Buenos Aires. El jueves en la tarde partirá a Caracas para asistir el viernes a la asunción de Nicolás Maduro. De esta manera evitará también estar en el país el jueves “18A”, en que fue convocada una manifestación ciudadana opositora al Gobierno, que buscará replicar la masiva protesta del 8 de noviembre pasado.
En Venezuela, la única actividad prevista hasta ahora es la ceremonia de asunción. No había bilaterales en agenda aunque se descuenta que Cristina y Maduro encontrarán un momento para saludarse.
Otro viejo conocido de Báez, el ministro de Planificación Julio de Vido, canceló esta semana varias reuniones que tenía previstas con intendentes de distintas provincias, en el marco del plan “Más Cerca” en que se prometen recursos para obras públicas con la mira puesta en las elecciones de octubre y en el proyecto reeleccionista.