8.500 niños mueren cada día por causas relacionadas con la desnutrición. Eso son más de tres millones de menores de cinco años que fallecen anualmente por la escasez de alimentos o por una dieta inadecuada. No es ninguna sorpresa que la mayoría de ellos viva en países en desarrollo, donde el 12,9% de la población general -niños y adultos- padece desnutrición.

El tratamiento para salvar la vida de un pequeño en situación límite cuesta unos 40 euros. Sin embargo, sólo uno de cada 10 niños tiene acceso al 'milagroso'alimento terapéutico que le daría un increíble aporte calórico para alejarle, al menos por un tiempo, de la franja de peligro.

El dinero es sólo uno de los muchos condicionantes que explican que todavía hoy siga habiendo 795 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Diagnosticarlas es el primer paso. Sin información, es imposible saber cuál es el estado de un niño dentro del macabro baile de términos que el hambre maneja:malnutrición, desnutrición crónica, desnutrición aguda, desnutrición severa, hambruna...

Desde hace unos meses, la ONG Acción Contra el Hambre (ACH) está trabajando en esto. Junto con el grupo de epidemiología nutricional EPIMUT, de la Universidad Complutense de Madrid, están centrados en la creación de una aplicación móvil que va a simplificar sustancialmente el diagnóstico del estado nutricional de un niño en contextos de emergencia. Se trata de un proyecto que cuenta con 167.000 euros de financiación que han sido aportados por Children's Investment Fund Foundation https://ciff.org.

Un modelo matemático

María Dolores Marrodán, antropóloga física de EPINUT y una de las investigadoras involucradas, explica que están utilizando la técnica de la morfología geométrica, "que permite analizar cualquier estructura con independencia de su tamaño, y que en humanos es común en el diagnóstico forense".

Básicamente, la idea es crear un modelo matemático de un niño sano y de otro desnutrido, que más tarde pueda transformarse en una 'app' que realice el diagnóstico a través de una simple fotografía. "Y una vez que tengamos los dos modelos, podremos comparar la forma de un niño que no sabemos cómo está y ver a cuál se parece más, si al modelo del niño sano o al del desnutrido", explica a este periódico Laura Medialdea, experta en morfometría e investigadora a cargo del proyecto en ACH.

La primera fase de este trabajo -para la que todavía se buscan voluntarios se está realizando en España, y consiste en medir a niños sanos de entre seis meses y cinco años. En esencia, se anotan los parámetros que se registran en cualquier revisión pediátrica habitual: peso, estatura, perímetro del brazo y perímetro cefálico. Después, relata Marrodán, "con unos rotuladores aptos para niños, les hacemos unas marcas en determinados puntos informativos que señalan lugares anatómicos especialmente interesantes, como el acromion, en el hombro, el olécranon, en la rodilla, o el maléolo externo, en el tobillo".

A continuación, se toma una fotografía del niño sobre un fondo negro, y "las imágenes se procesan con un programa estadístico que establece unos triángulos entre cada uno de esos puntos, creando así un modelo del niño a través de polígonos". Al final, la foto original del niño desaparecería, quedando sólo una especie de realidad virtual de su figura. "Es algo así como un programa de animación", explica Marrodán.

Segunda fase en Senegal

Una vez concluida esta fase, está previsto que en octubre el equipo se traslade a Matam, en Senegal, una zona con una alta prevalencia de desnutrición. Allí, se repetirá el mismo proceso en niños que, esta vez sí, padecen desnutrición aguda o severa. Una vez que también se tengan estos datos, el plan es crear una 'app' que traslade ese modelo matemático a un diagnóstico a través de una foto que, en el momento, se le tome al niño.

Lo que aún no está decidido es qué parte del cuerpo será la que desvele si el niño padece o no desnutrición. Es precisamente en este estudio previo donde se está averiguando qué parte de su anatomía 'discrimina' mejor esta información. Aunque todavía no se puede hablar de resultados definitivos, Marrodán explica que están viendo que una foto de la mano parece tener bastantes posibilidades.

No necesita formación

La principal ventaja de esta futura aplicación móvil es que abre todo un nuevo mundo de posibilidades en el diagnóstico de la desnutrición. Tal y como explica Medialdea a EL MUNDO, "hoy día, para diagnosticar una desnutrición necesitas tener una formación médica, pero con esta 'app' sólo necesitarás saber usar un móvil". La cosa cambia bastante. De esta forma, además del personal sanitario, podrán ser los profesores, los líderes de las comunidades, o incluso las propias familias, quienes evalúen el estado nutricional de sus hijos para saber si tienen o no que buscar tratamiento. Esto adelanta los tiempos de acción y da mucha más independencia a las poblaciones: "Es una forma de que las propias comunidades puedan gestionarse solas, y que no dependan siempre de que llegue una ONG a ayudarles y ver cuántos niños desnutridos tienen", explica esta experta.

Aunque todavía es pronto para aventurar fechas, desde EPINUT explican que el objetivo es tener el modelo morfogeométrico para principios del año que viene, y la aplicación, que insisten en que no tendrá patente y podrá ser utilizada por cualquier organización, para unos seis meses después.