Este jueves tendrá su sentencia la megacausa La Perla-La Ribera en Tribunales Federales de la ciudad de Córdoba. Luego de casi cuatro años de audiencias, finaliza un proceso histórico que investigó el despliegue del terrorismo de Estado en esta provincia durante la dictadura cívico militar. 
Para el presidente del Tribunal Oral Federal Nº1, Jaime Díaz Gavier, todos los procesos que se juzgarán el próximo jueves tienen un contundente significado.
Las dimensiones de este juicio lo convirtieron en el más grande en la historia judicial de Córdoba. Junto a la megacausa Esma que se juzga en Buenos Aires, La Perla es el proceso de lesa humanidad de mayor envergadura del país. 
El séptimo juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba investigó crímenes cometidos durante la dictadura en distintos centros clandestinos de detención de la Provincia, entre ellos La Perla, Campo de La Ribera, el Departamento de Informaciones de la Policía, la Casa de Hidráulica, La Perla chica, entre otros. El juicio duró 3 años y 8 meses, hubo 1000 horas de registro audiovisual y se realizaron 354audiencias.
El 25 de agosto culminará este proceso judicial con un histórico veredicto.  
Diego Donda, es arquitecto, nació en Sampacho, en julio de 1977 vivía en Córdoba cuando un comando militar irrumpió en su casa de barrio Argüello que compartía junto a Cristina Ahumada compañera del Partido Comunista. Diego fue sometido a todo tipo de torturas y fue una de las víctimas que padeció los horrores de La Perla. En este campo de concentración estuvo de junio a hasta octubre del 77´ cuando lo trasladan a la Unidad Penitenciaria de San Martín.
“Nos secuestran en casa, rompen todo, no teníamos armas, ellos agigantaban a un supuesto enemigo para legitimar atrocidades que se cometieron, la mayoría de los secuestrados, desaparecidos, los emigrados han sido en su mayoría delegados, trabajadores.
Estoy en contra de la guerra sucia, de los dos demonios, es una cosa perversa y descabellada, la idea era agrandar un enemigo que no era enorme, lo que sí era enorme, por lo que se da el golpe de Estado, era el ansia de democracia del pueblo argentino que lo expresaba de innumerables manera. Había un clima de época que quizás las generaciones actuales no lo han tenido” relata Diego Donda.  
El ex detenido por las fuerzas militares comentó para Micrófono Abierto que “había un plan elaborado, diagramado, las torturas se hacían de manera sistemática fuese grande, mujeres, chicos”.
En relación a las razones por las cuales fue detenido, Donda explica que “es muy probable que hayan llegado a nuestra dirección por algún diario, porque era común en nosotros tener un órgano de difusión de ideas y deben haber sabido que yo o mi compañera leíamos una prensa en particular. A su vez  yo era delegado en la municipalidad y activista en la facultad que fue muy convulsionada en esos años, a fines del 76 ´hubo una masacre de alumnos de arquitectura para crear un clima de golpe inminente, no tenías que tener una militancia concreta. La idea era terminar con un proceso de la sovietización de las fábricas, como algunos lo titularon”.
El ex preso político expresó que hubo un movimiento civil que abonó al golpe y trabajaron abiertamente desde lo económico. “Los militares fueron el brazo armado, pero hubo empresarios y sectores de la iglesia que colaboraron abiertamente”.
Entre la Ribera y La Perla, Donda estuvo 3 meses, en La Perla estuvo un mes vendado y tirado en el suelo, “ellos te decían `nosotros somos los dueños de tu vida´ y te lo hacían saber de mil maneras. Es difícil discernir por qué me salve y no somos muchos los sobrevivientes de La Perla, aproximadamente unos 300, quizás se deba a diferencias entre las tres fuerzas y así como un sector decidió masacrar a una tendencia política otros decidieron que a otros no, no hay una explicación” comenta con dolor Donda, quien agrega “no podía imaginar tanta perversión”.
De acuerdo a los dichos de Donda, la visita del Papa tuvo mucho que ver para ser salvado, “los militares negociaron la visita de personajes ilustres a cambio de gente. El Papa cuando llega y da la misa en el tercer cuerpo, que fue multitudinaria, negoció miles de presos y sale nuestro nombre, pero no salimos y nosotros seguíamos presos en La Plata, fue terrible hasta que nuevamente una noche nos liberaron”.
A Donda no le dieron la libertad total, fue una libertad vigilada, debía fijar una dirección y todos los días debía presentarse en una comisaría, “una vez por mes debía ir a una sede militar, donde me arengaba un teniente en el destacamento de Holmberg” relata entre recuerdos trágicos.
El arquitecto Diego Donda considera que “se ha hecho justicia tarde, han pasado más de 30 años y la justicia lenta no es justicia, pero es un paso importante y hay que bregar por otros más. Hay cómplices, algunos han muerto, pero que siguen impunes, gente que no tenía por qué ser tan terrible, avalar la tortura y que no tenían por qué torturar como médicos, enfermeros, empresarios que dieron nombres”.

Micrófono Abierto