Sucedió en la ciudad de Venado Tuerto. Una escuela de Danzas Árabes, fué convocada a participar de la elección de la Reina Nacional de la Semilla, pero con un pedido muy particular. Nada de "Mujeres con Panza". Su directora publicó una carta en respuesta al pedido.
Elisa Abraham, Directora de la Escuela de Danzas Árabes Elisa, utilizó su facebook para escribir una emotiva carta contra la discriminación. La misma se viralizó rápidamente y recibió cientos de mensajes en apoyo. La carta, textual, es la siguiente:
"Carta Abierta contra la discriminación que sufrimos por no tener los cuerpos perfectos"
Dirijo mi Escuela de Danzas Árabes hace doce años ininterrumpidamente y me dedico a este arte hace 16 años.
Desde hace años con mis alumnas representamos y exponemos nuestra danza en las distintas ediciones de Expo Venado, más puntualmente en la Apertura de la Elección de la Reina Nacional de la Semilla. En este 2016 fuimos nuevamente convocadas por la Dirección de Cultura de la ciudad de Venado Tuerto para el mencionado evento.
Quién coordina el desfile y elección de “reinas”, me realizó un pedido sorpresivo: que mis alumnas “no tengan panza”, “que sean estéticas” y “que tengan cuerpos parejos”, alegando que “el año pasado las reinas invitadas se reían” de mis bailarinas. Comprendo que dentro del mundo del modelaje se pueda aspirar a determinadas cuestiones estéticas en cuanto a la belleza física de la mujer, y que se tengan en cuenta determinadas pautas de esteticismo y armonía anatómica. Pero quiénes nos dedicamos al arte y a la danza, en este caso más precisamente a la danza árabe, sabemos que todo arte es inclusivo y que no necesitamos más que un alma bella para simbolizar las emociones que dibujamos corporalmente por intermedio de la música (advierto la diferencia de criterios en las temáticas). Sabemos que nuestros cuerpos son intérpretes de sentimientos, y que no hay nada más bello que el arte y la danza para nosotras, que auténticamente representamos con pasión y dedicación en cada espacio y circunstancia.
Hemos sabido compartir escenarios con distintos trabajadores, colegas, presentadores. Bailamos continuamente en lugares tan distintos como dispares: desde el salón de fiesta más lujoso, pasando por diferentes teatros y escenarios, como también hemos danzado sobre el pasto. En todo este período de trayectoria que llevamos como institución de la danza oriental en esta ciudad y la región hemos hecho la apertura de más de una fiesta de “reinas”, y siempre se nos agradeció la participación.
Nunca me ha sucedido que absolutamente nadie me haga tal reclamo o queja con respecto a nuestros cuerpos naturales de mujeres bailarinas.
Lo incoherente y mezquino de este pedido es lo que en principio me enojó y desalentó, solicitando a Dirección de Cultura que por favor nos cambie de horario para nuestra presentación como Escuela de Danzas en la Expo Venado 2016. A lo cual me respondieron inmediatamente con una prolongada entrevista con la cual me sentí reconfortada, apoyada, comprendida y contenida.
En plena época de lucha en contra de cualquier tipo de discriminación y debate sobre los Derechos Humanos, este pedido me parece altamente cuestionable y fuera de las actuales políticas públicas de inclusión en todo en sentido-.
Mi pedido es un llamado a la reflexión que nos debemos como actores sociales y como comunidad en general, en donde la cultura, el arte y los valores humanos sobre lo bello y lo estéticamente admisible y aceptable están subordinados a lo mediáticamente aprobado bajo las absurdas medidas del 90-60-90. Estamos inmersos en una sociedad donde diariamente se nos exige, se nos cuestiona y se nos inculca la dieta persistente y la perfección de los cuerpos y de los rostros, y en donde no se puede “tener panza”, en donde se debe ser “estética y de cuerpo parejo” y donde debemos estar “atentos de si el otro se ríe”. Objeto y polemizo. Cuestiono el precepto contemporáneo de “belleza” que impulsa a algunos individuos a ejercer actos de discriminación agresivos e hirientes, torpes y escandalosos desde la ignorancia de un estrecho y miserable punto de vista único y egoísta.
Por eso defiendo el arte como vínculo de lo humanamente bello, como una tenaz resignificancia de lo que en el mundo nos hace personas mejores y más libres. Como un nexo que nos ampara y nos protege de lo frívolo y lo trivial. Porque el arte mismo es flexible y nos convoca a experiencias extraordinarias que nos acercan y nos invitan indistintamente a pesar de nuestras desigualdades. Estoy convencida que en el arte lo que debe prevalecer es el amor, y no una disparatada competencia de sobresalientes. El arte supone la existencia de nuestras sensibilidades y la apertura placentera hacia el otro y hacia los demás. Aunque en esta oportunidad sí tuve que ser “inflexible” a ésta rígida y estúpida petición de “la cultura del envase” porque mis alumnas no van a bailar en donde no se las aprecia. No deseo llevar mi arte en donde tan severamente es incomprendido y cuestionado arrogantemente. Ante todo nos sentimos cultoras de una danza milenaria y ancestral que honra y despliega todo el encanto hechizante y sagrado de lo femenino. Estamos convencidas de interpretar una danza majestuosa, la danza femenina por excelencia, por eso enaltecemos alegre y orgullosamente el poder de ser MUJERES con la dicha legítima de saber que “también” nuestros cuerpos son hermosos. Que no somos robots, que somos también, a través del arte y de nuestra danza, luchadoras y reivindicadoras de nuestros derechos femeninos. Que el mandato tonto de ser “todas figuritas iguales” y tener todas las mismas siluetas “parejas”, “estéticas”, “sin panzas”, tiene que ver con un maquiavélico pensamiento falaz y cínico de quién aspira insolentemente al resultado antinatural y esclavizador del adoctrinamiento en el proceso de patriarcado inverosímil y anormal.
Como docente, desde mi pequeño lugar de formadora, tengo la fortuna de vivir diariamente el arte de la danza y los cambios positivos que se producen en mis alumnas al emprender y aprender esta maravillosa senda de la danza árabe. Y si bien sé que nuestros cuerpos físicos cambian, se ejercitan, se afirman, se moldean, se armonizan, lo que más sé con absoluta certeza es que los espíritus se engrandecen. Porque no hay arte sin disciplina, y la disciplina es también formar valores humanos comunes como la paciencia, la humildad, la sencillez, la perseverancia, el respeto y el agradecimiento. La “burla y la risa sobre el otro o los otros” concluyo intransigentemente que están de más. Por eso también me pregunto si los adultos sabemos a dónde enviamos a nuestros hijo/as, niño/as o adolescentes a aprender actividades y recrearse, si estamos seguros quiénes son sus guías, sus mentores, sus educadores y qué clase de valores queremos fomentar. Está en cada uno descubrir si nos interesa tanto ser perfectos o ser humanos buenos.
La escuela que dirijo con sus ya doce años de trayectoria representa a la Colectividad Árabe de Venado Tuerto en forma oficial y cuenta con planes de estudios planificados, categorizados y académicos para el aprendizaje de un estudio integral tanto en danza del vientre como del folklore árabe. Posiblemente y soy consciente de ello, nuestro arte no les agrade a todos; pero sí sé que bailamos con el corazón y el alma y que ante todo mis alumnas son mujeres respetuosas, valientes, y capacitadas para realizar una prolija presentación sobre un escenario cualquiera.
Sin más que agregar dejo a disposición de cada lector/a efectuar su propio análisis del tema en cuestión. Agradezco a los medios de comunicación que se hicieron eco de éste caso y me dieron su apoyo y ofrecieron un micrófono con un perfil de debate y reflexión, tratando con seriedad y cordura todo éste asunto.
Nuevamente aprecio y quiero destacar la sensibilidad y comprensión con que se me recibió y atendió desde la Dirección Cultura, incluyendo director, secretaria, y empleados en general.
Dejo en claro que poseo prueba y evidencia certera sobre esta causa y éste tema. Y que tomaré las medidas necesarias sobre esta cuestión.
Elisa Abraham
Directora de Escuela de Danzas Árabes Elisa
Integrante orgullosa de la Colectividad Árabe de Venado Tuerto