Más de 16 millones de toneladas de alimentos van a parar a la basura por año en el país. Lo que más se desecha son frutas y verduras y ocurre en todos los niveles sociales. Y los expertos aseguran que evitarlo contribuiría a erradicar el hambre, a reducir la contaminación y ahorrar agua, energía y dinero.
Cada año, 16 millones de toneladas de alimentos van a parar a la basura. Son 365 kilos por año por habitante. Un kilo por día, en un país que se jacta de ser uno de los principales productores y exportadores de alimentos, pero que no ha resuelto el problema del hambre.
Según datos de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) , en el mundo se tiran por año 1.300 millones de toneladas de alimentos, el 30% de la producción mundial. Y al mismo tiempo, 842 millones de personas padecen malnutrición.
"El problema empieza en el campo, durante la cosecha y la producción, pero también pasa por casa. ¿Cómo podemos reducir estos números gigantes de desperdicio, si en cada hogar se tira comida a la basura?", reflexionó la ecónoma y cocinera Narda Lepes, durante la presentación de la campaña #Valoremoslosalimentos. La iniciativa se lanzó desde el ministerio de Agroindustria, e involucra tanto a productores, cadenas de comercialización, hoteles, locales gastronómicos, asociaciones de consumidores, universidades y ONGs como el Banco de Alimentos.
En línea con los objetivos de desarrollo sustentable (ODS planteados por la ONU) de eliminar la pobreza, el hambre, cuidar el ambiente y promover la producción y el consumo responsable, "la campaña busca concientizar y educar a la sociedad para evitar el desperdicio de alimentos", apuntó Mercedes Nimo, subsecretaria de Alimentos y Bebidas. Para esto se elaboró una guía de recomendaciones para la compra, elaboración y consumo de los alimentos. "No adquirir cantidades innecesarias, almacenarlos de forma en que sea visible su estado y fecha de vencimiento, aprovechar las sobras para reelaborar comidas, no descartar frutas y verduras por fallas estéticas, y servirse porciones pequeñas", son algunos de los consejos. Finalmente, se pueden reutilizar las cáscaras y desechos para hacer compostaje, con lo que además de reducir los desperdicios, se obtiene abono para las plantas.
La costumbre de "tirar comida" llega al extremo en ocasión de los festejos de graduación de estudiantes. Un informe de la carrera de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires determinó que cada 100 graduados se tira el equivalente a mil raciones de comida. El informe también identificó que un 63% de los estudiantes dice no estar de acuerdo con esta práctica, y un 91% cree que se podría festejar de otra manera. Así surgió la iniciativa universitaria #FestejosResponsables, que propone donar los alimentos que usualmente se tiran, y a cambio recibir productos de cotillón. La ONG Plato lleno trabaja en forma similar, al retirar la comida en perfecto estado que no llega a ser consumida durante fiestas y eventos, para repartirla entre hogares y comedores.
Desde el sector empresario, son varias las compañías y cámaras empresarias que implementaron programas de reducción del desperdicio de comida, y donaciones al Banco de Alimentos. La ONG surgió en 2002 en Buenos Aires, y hoy funciona en 16 ciudades del país.
Una empresa de catering, que ofrece servicios en comedores de empresas y en escuelas, contó que redujo la cantidad de desperdicios al utilizar bolsas de residuos transparentes, para que cada comensal viera la cantidad de basura que genera. La industria también apunta a desarrollar envases amigables con el medioambiente y que conserven por más tiempo los alimentos. "El trabajo es arduo, porque tiene que ver con la educación y las costumbres, pero al mismo tiempo es un cambio al que todos podemos contribuir", aseguró la cheff Narda Lepes.