El sueño de un español de 12 años que por inexperiencia terminó mal. La mamá del chico dijo que tuvo miedo de ir presa porque no podía pagar. Al final, la empresa la perdonó.
José Javier tiene 12 años, tres hermanos, una madre ama de casa y un padre vendedor ambulante. Su fantasía, como la de muchos chicos de su edad, era convertirse en Youtuber. Es decir, un usuario que produce y sube sus videos a Youtube y que, en caso de pegarla, logra que esos videos sean vistos miles de millones de veces, ser tratado como una estrella de rock y tener ingresos de millonario. Pero mientras él creía que se estaba haciendo rico, la cuenta bancaria de su madre acumulaba una deuda imposible: más de 100.000 euros en sólo un mes. “Me voy a la cárcel, eso pensé durante las últimas dos semanas”, le dijo al diario Clarín Inma Quesada, su madre, desde España. Finalmente, Google entendió que fue un error y decidió perdonarles la deuda.
“El niño quería ser Youtuber y se metió donde no debía. Me decía que iba ganar mil euros a la semana y yo por supuesto no le eché importancia, pensé que era cosa de críos”, dice Inma por teléfono. José no tuvo demasiado tiempo para fantasear: “Fue un solo video tocando la trompeta y el trombón”, dice él desde Torrevieja, la pequeña ciudad de España en la que vive. Su madre sigue: “Cada vez que le aparecía un cartel que decía ‘se le ha aplicado un cargo de tantos euros’, él pensaba que estaba ganando más y más dinero”.
Por eso, cuando vio que su madre subestimaba sus ganancias, le dijo que fuera al banco a comprobar que el dinero estaba allí. La madre fue y encontró que faltaban 50 euros de la cuenta. “Pensé que había comprado un juego, tampoco le eché importancia”. Pero dos días después recibió un llamado del banco: tenía una deuda de 6 mil euros. Inma llamó a Paco, un técnico en computación amigo de la familia. Ahí descubrieron que, sin querer, el chico había contratado AdWords, un servicio de Google que permite que los clientes vean tu empresa destacada cuando buscan algo en Google. ¿Cuándo le cobran? Cada vez que alguien le hace click al anuncio.
La deuda crecía a una velocidad inimaginable. “El lunes pasado, una semana después del llamado del banco, había ascendido a 78.000 euros. Y ayer (por el lunes) ya era de 101.100 euros. Todo sucedió en un mes”, cuenta ella. “Así que desde que me enteré dije ‘me voy a la cárcel’. Con tres niños y un marido que depende de la venta ambulante, para Navidad estoy en la cárcel”. José, mientras, no terminaba de entender por qué había explotado la burbuja: por qué no iba a ser famoso, por qué no iba a poder comprarse el celular nuevo, por qué no iba a poder aportar dinero a la Sociedad musical “Los Salerosos de Torrevieja”, la banda en la que toca.
La familia llamó un abogado. Y con ayuda del técnico en computación se dieron cuenta de que Google sólo le había pedido al chico una dirección de e-mail, un número de cuenta y la URL del sitio que quería publicitar. “Nadie le preguntó su edad ni le pidieron un documento. Dejaron que un niño abriera una empresa”, sigue ella. La presión de los medios españoles hizo el resto.
Google envió un comunicado en el que anunció el “perdón” sabiendo que sus políticas de seguridad habían hecho agua: “Hemos analizado este caso y vamos a proceder a cancelar el saldo pendiente de AdWords”, dijeron. Inma respiró aliviada. Y contó: “Le quité el ordenador al niño”. Del otro lado, mientras, José Javier conversaba con el mismo diario por Facebook. Ya no tiene computadora pero claro, tiene celular.