El año 2017 se presenta lleno de desafíos para el sector agropecuario. Empezaron los primeros conflictos después del romance post elecciones con el revalúo inmobiliario que no solo incrementa lo abonado por Impuesto Inmobiliario, también modifica las bases imponibles para el cálculo del Impuesto a los Bienes Personales.

Tampoco se habla mucho de los proyectos de la nueva ley de semillas, y el Estado ha ratificado el poder de policía del INASE (Instituto Nacional de Semillas). En los últimos días se dieron a conocer multas para algunos actores de la cadena y también la creación de un nuevo registro el GUS (Grandes Usuarios de Semillas) donde por ahora las entidades no han expresado opinión al respecto pero teniendo en cuenta las facultades sancionatorias es una potencial fuente de conflicto.
Debemos sumarle la postergación de la baja de las retenciones de la soja.

La atención pública se centra en el debate por la reforma de Ganancias y el Estado Nacional traslada la responsabilidad de la recaudación a los Senadores y Gobernadores. El planteo es que si se aprueba el proyecto de la oposición se desfinancian las provincias. Sería importante recordar que el Impuesto a las Ganancias es un impuesto directo que deberían recaudar las provincias, tal como lo establece nuestra Constitución Nacional y que por cuestiones de Crisis las provincias se lo cedieron a la Nación. Me parece que lo que deberíamos empezar a pensar es en un Federalismo en serio y que nuestros gobernantes se pongan a la altura de las circunstancias para que no sigamos dependiendo de la “billetera” del gobernante de turno.

Todas estas crisis institucionales afectan a toda la sociedad que percibe que las cosas no mejoraron pero siguen dándole un voto de confianza al nuevo Gobierno; y el campo no está exento de esta generalidad.

Tampoco se ven señales en nuestra zona de la articulación del Municipio, Provincia y Nación para que Río Cuarto se convierta en la Capital de la Agroindustria, no hay anuncios, planes o señales claras que permitan el ansiado despegue de nuestra zona, al contrario algunas pequeñas empresas procesadoras perdieron rentabilidad con la eliminación de las retenciones. No pretendo resultados, pero al menos planes.

En general existieron muchos anuncios que no logran materializarse algunos dicen por la pesada herencia, otros por la falta de capacidad en la gestión, pero el diagnostico es un 2017 complicado.
Desde el punto de vista de los costos los insumos en pesos suben, el dólar no acompañó el incremento de esos costos, y los precios internacionales no son tan altos como para compensar la caída de la rentabilidad.

La situación internacional esta signada por la incertidumbre de las medidas que tomará Donald Trump en el principal productor de granos del mundo, o si la tasa de interés seguirá subiendo haciendo más caro el crédito para países emergentes, en consecuencia ralentizando el desarrollo.

Cuando la volatilidad se apodera de los mercados los fondos especulativos en Estados Unidos potencian las variaciones por lo tanto los riesgos provocados por las variaciones de precios.

Por último el clima de comportamiento incierto que afecta la oferta global de granos.

Ante estas circunstancias la actitud defensiva normal del hombre de campo es tratar de interpretar como afectarán todas estas variables a sus resultados, cosas que en realidad no puede controlar, y como se encuentra tan agobiado con tantos deberes formales y exigencias poco hace en materia de coberturas.

Ante este escenario incierto lo peor que puede hacer el hombre de campo, el procesador de materias primas o la agroindustria es quedarse con los brazos cruzados viendo cómo pasan las cosas y sometiendo la rentabilidad de su empresa a todas estas situaciones contingentes. Existen herramientas de coberturas flexibles que a los precios de hoy permiten fijar rentabilidades razonables e incluso aprovechar oportunidades como en el caso del trigo que muestran mejores cotizaciones para los meses posteriores a la cosecha.

En definitiva el sector no debe esperar soluciones mágicas, o políticas que mejoren su situación, debe trabajar tranqueras adentro y no solo desde lo productivo que ha demostrado ser muy eficiente, sino desde lo comercial donde frecuentemente dilapida parte de su esfuerzo. Y desde las entidades intermedias del sector no solo tendrán que reclamar por las promesas incumplidas y defenderse de la amenazas, también deberá aportar ideas para que se concreten los resultados esperados por el conocimiento y experiencia que poseen.

El verdadero cambio empieza tranqueras adentro, va a las entidades intermedias que se transforman en protagonistas pasando de la protesta a la propuesta y trabajando de manera conjunta con el Estado en todos sus niveles logran los resultados esperados.
 
Juan Vasquetto