2016 se marcha con la certeza de que no volverá, llevando consigo todo el movimiento de un año crítico, un año inolvidable por todo lo bueno y malo, por cómo nos atravesó los sentimientos, el bolsillo, la familia, los afectos, las calles…
No siento el rumor de los dichos de que se lo extrañará, por el contrario muchos quieren que se vaya, lo corren por detrás como empujándolo al abismo de la noche vieja donde todo lo pasado se celebra, se llora, se brinda y allí muere para nacer renovados a un 2017 nuevito, limpio, sin equivocaciones, sin dolores, absolutamente para ser vivido hasta el fin…
Dicen que los años nos dejan experiencias, el 2016 fue una maestría para todos, no sé si los astros nos manejaron como títeres o simplemente el destino tuvo esta intensidad que nos dejó a carne viva, con el alma al viento, lo claro es que lo que debíamos aprender lo digerimos, bulló en nuestra sangre, nos hizo eco en la mente y aprendimos lo que nos tocaba incorporar a nuestro existir…
Por eso 2016 gracias por los que llegaron, por los que se fueron, por los que permanecieron, gracias por las puestas de sol, por el agua que cada día más es un privilegio, por los pedacitos de tierra que siguen regalándonos flores, por las charlas a destiempo, por el café caliente, por el saludo de los vecinos, por las cenas entre amigos, por los encuentros imprevistos, por los viajes hacia dentro y por aquellos que nos llevaron a conocer nuevos paisajes y caminos, por la gente desconocida que se volvió amiga, por la voz de mamá, por la inocencia de nuestros hijos, por la magia que aún nos sorprende, por la educación que jamás pasa de moda, por el silencio de la noche, por las estrellas que cayeron a nuestro paso y que nadie se enteró, por la mano que nos supieron dar cuando lo necesitamos, por las llamadas telefónicas para hablar de la vida, por la comida sabrosa y casera, por el amor en sus múltiples formas, por las caídas dolorosas, por los momentos en que quisimos bajar los brazos y sin embargo resistimos, por haber sentido el frío en el invierno, por el calor del verano, por haber tenido sed y saciarnos, por haber disentido y respetarnos, por las pasiones, por los cierres, por los nacimientos y muertes, porque supimos decir a tiempo nuestros sentimientos, porque la sonrisa fue nuestra bandera, gracias por tanto, por todo, gracias por no haber pasado desapercibido 2016, este es nuestro último abrazo…
Gracias sobre todo por enseñarnos a vivir con intensidad y a hacerlo aquí y ahora…
Bienvenido seas 2017… A Vivir…
Lic. Laura A. Pereyra