Es la doxiciclina, que se usa para tratar las neumonías. Hallaron que frena la muerte de neuronas en cultivo.
Una investigación liderada por una científica argentina demostró que un viejo antibiótico, en muy bajas dosis, puede reducir la toxicidad de una proteína responsable de propagar la muerte de las neuronas en la enfermedad de Parkinson. El descubrimiento fue publicado por la revista Scientific Reports, del grupo editorial Nature.
El equipo de investigación encabezado por Rosana Chehín, investigadora independiente del Conicet en el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio, Conicet-UNT) y Rita Raisman-Vozari, del Instituto para el Cerebro y la Médula espinal (ICM), de París, Francia, le aplicó a neuronas en cultivo doxiciclina, un antibiótico que fue patentado en 1957 y su uso comercial comenzó diez años después. Pertenece al grupo de las tetraciclinas y frecuentemente es utilizado para el tratamiento de las neumonías y otras infecciones.
Rosana Chehín explica que las enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por una importante pérdida de neuronas en el sistema nervioso central, lo que se traduce en una disminución de funciones motoras, cognitivas y autónomas de las personas que las padecen.
“Todas las enfermedades neurodegenerativas comparten un mecanismo patogénico común: la agregación de proteínas mal plegadas. En efecto, en un cerebro normal, las proteínas cumplen una función biológica gracias a su plegamiento específico. Pero en estados patológicos este plegamiento se altera y las proteínas comienzan a agregarse entre sí, se vuelven tóxicas y se produce no sólo la muerte de la neurona sino también su contagio o transmisión a las neuronas vecinas”, afirma la científica.
Otra característica es que una vez iniciado el proceso de agregación “este no se detiene, y se transmite lentamente de neurona a neurona”, explica Chehín. Y añade: “En la enfermedad de Parkinson, la causa de muerte neuronal es la agregación de una proteína denominada alfa-sinucleína. Desgraciadamente hasta ahora no existe en el mercado un medicamento capaz de detener o revertir este proceso y cuando la pérdida de neuronas es importante, la disfuncionalidad comienza a ser notoria y aumenta la dificultad de los pacientes para realizar actividades básicas de la vida cotidiana”.
Precisamente, esa es una de las características más destacadas del estudio, que apunta a atacar la causa de la enfermedad. “Hasta ahora no hay un tratamiento curativo del Parkinson. Todos son tratamientos paliativos, que han logrado mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes”, afirma a Clarín la doctora Emilia Gatto, jefa del Area de Parkinson y Movimientos Anormales de Ineba. “Lo interesante de este estudio es que lo que hace es tratar de frenar un proceso que va a llevar en definitiva a la disfunción de las neuronas y muerte de las mismas”, añade.
Además, destaca otra ventaja: al tratarse de una droga conocida y de amplio uso durante mucho tiempo “ya se conocen cuáles son los efectos adversos que se podrían esperar”. Y aunque admite que hasta llegar a su aplicación masiva puede haber un trayecto prolongado por recorrer, destaca que “son estrategias que no van a buscar el síntoma, sino a detener el proceso neurodegenerativo. En definitiva, lo que se busca es la curación de la enfermedad”, añadió Gatto.
En el mundo, la enfermedad de Parkinson tiene una prevalencia muy variable, que oscila entre el 1,8 al 12% dependiendo del país. En la Argentina la prevalencia ronda el 5%, incluyendo a los mayores de 65 años. El progresivo envejecimiento de la población supone un aumento en la prevalencia del Parkinson y otros trastornos similares. “Se estima que actualmente 40 millones padecen estos trastornos, pero las previsiones apuntan a que esta cifra podría duplicarse en los próximos 50 años, dice Benjamín Socías, del Conicet.