Los ex jefes sindicales respaldaron al triunvirato y avalaron una huelga entre el 4 y 6 de abril.
Hugo Moyano , Luis Barrionuevo y Antonio Caló tuvieron que reaparecer ayer en una cumbre secreta de la cúpula de la CGT para calmar la interna y mantener a la tropa alineada. Los tres jefes sindicales, gestores de la reunificación que se concretó en agosto pasado, dieron el visto bueno para que se defina el jueves que viene, en la reunión de consejo directivo, la fecha de lo que sería el primer paro general en contra de la gestión de Mauricio Macri.
El dilatado paro tendría fecha definida: sería entre el 4 y el 6 de abril. La propuesta inicial fue impulsada por los gremios del transporte, un brazo sindical vital para garantizar el impacto de la huelga.
Según lo comentado por los tres a el Diario La Nación: "El paro es un hecho". Se acordó allí, además, avanzar en un documento común para tomar distancia de los violentos disturbios que cerraron la movilización del martes pasado. El mensaje de la CGT señalará a militantes del kirchnerismo y de la izquierda como los responsables de los desbordes, y argumentará que el ataque a los dirigentes fue orquestado.
Después de lo que sucedió en la marcha, es probable que el eventual paro sea sin movilización, a pesar de que Héctor Daer, uno de los integrantes del triunvirato de mando, propuso lo contrario. Durante la reunión, Caló confirmó que la UOM, el gremio que conduce, fue citado por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, para el martes próximo con el fin de explorar alternativas ante la baja del empleo producto de la apertura de las importaciones. Entre los gremialistas, nadie confiaba ayer en que el Gobierno pueda ofrecer algo a cambio que pueda detener el avance del paro.
En la mesa, Juan Carlos Schmid insistió en la necesidad de un decreto presidencial para detener los despidos y las suspensiones. "Eso podría distender todo. Sería un gesto", reconoció el portuario. También se habló de la inflación, justo en el día en que la medición oficial de febrero que divulgó el Indec arrojó un porcentaje mayor (2,5%) al índice que relevaron los propios gremios (2,1%).
La agenda sindical se movió ayer unos instantes de lo que sería la huelga de abril. Corrió con fuerza la versión de que Luis Scervino, el médico que responde a los gremios que ocupa la estratégica Superintendencia de Servicios de la Salud (SSS), dejaría su cargo por la pulseada judicial entre dos prepagas que lo dejó en el ojo de la tormenta.
La SSS es el organismo que administra los millones de pesos de las obras sociales sindicales. Scervino negó ayer, en diálogo con Diario La Nación, su salida de la SSS. La CGT lo considera un hombre propio. Scervino responde directamente a José Luis Lingeri, quien informó en la mesa chica sindical que Triaca ubicó un funcionario de su riñón para supervisar los fondos que la SSS transfiera a los gremios.
Otro asunto que alarmó a los sindicalistas fue el allanamiento de sabuesos de la AFIP a la obra social de los gastronómicos, de Barrionuevo, por presunta evasión con facturas truchas.