Investigadores de la universidad de Washington lograron hacer funcionar un prototipo que no tiene batería; recibe la energía de la luz ambiente y de ondas de radio; sólo puede hacer llamadas.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Washington anunció que logró crear un teléfono celular capaz de funcionar sin batería interna. No se recarga, y nunca se queda sin energía. No es un smartphone, claro: el prototipo sólo sirve para hacer llamadas, y no tiene pantalla. Pero es una prueba de que es posible integrar los componentes necesarios para hacer la llamada, el parlante y el micrófono de forma tal que casi no gasten energía.
Según explican en su estudio, el celular consume apenas 3,5 microwatts. Pero no funciona con una antena convencional: por ahora requiere una estación base especial que -esperan- podría integrarse en cualquier router Wi-Fi para dar servicio. Así, parece destinado más a ser parte de una tecnología que permita tener teléfonos inalámbricos (hogareños) sin batería, o algún accesorio similar, o que sea la base de un dispositivo orientado a la Internet de las Cosas.
En cualquier caso, es un logro notable, y que podría permitir la creación de teléfonos celulares de emergencia, al estilo del SpareOne, el celular que creó el argentino Alan Cymberknoh y que funciona con una sola pila AA para tener 10 horas de autonomía; aquí podría servir por tiempo indeterminado.
No es el único logro en el rubro anunciado por estos días: en la Universidad de California crearon un sensor de temperatura (es decir, un termómetro del tamaño de un chip) que consume 113 picowatts de energía (600 veces menos que que el termómetro más avanzado); tiene un tamaño de 0,15 mm2 y es capaz de determinar la variación de temperatura entre -20°C y 40°C.
Usa un fenómeno conocido en el mundo de los microprocesadores, la pérdida de energía entre las puertas (gates) de los semiconductores, un problema que afecta a los chips a medida que se hacen más pequeños y el material que separa los transistores se hace más delgado. En este caso, el chip usa esa energía para alimentar dos capacitores que serán los que detecten el cambio de temperatura.
Sus creadores consideran que podría ser usado para monitorear la temperatura corporal de un paciente, o de un hogar, sin impactar en el flujo eléctrico o requerir una batería particularmente grande; de hecho, aseguran que podría usar el calor del cuerpo del usuario como energía.